¿Cómo estás?
Yo bien, pero con bastante bronca. El corazón de la pampa ex húmeda está en llamas. Falta el agua, nuevamente. Como en cuatro de las últimas cinco campañas. Difícil cuantificar las pérdidas, por el momento, pero cada día que pasa, con los cultivos en el momento de máximo requerimiento, se van por el caño no menos de un millón de toneladas. Un promedio de 200 millones de dólares por día. Es decir, entre Navidad y hoy se escurrieron casi 4 mil millones de dólares.
Entre 2020 y ahora, serían alrededor de 15 mil millones de dólares. Desde que tengo uso de razón agronómica, vengo leyendo, pensando y escribiendo sobre la dilapidación de nuestros recursos hídricos. Superficiales y subterráneos. Cientos de páginas hablando del clima errático de nuestras regiones productivas, que ameritan un tratamiento serio de la cuestión.
Hace treinta años, se hablaba de que en una secuencia de diez campañas, sólo en dos se registraban lluvias a pleno. En cinco estaban con lo justo. Y en tres eran totalmente insuficientes. Ello ya justificaba, técnicamente, el riego complementario. Apelando a las napas subterráneas. Pero en las zonas tradicionales de secano sólo se avanzó para producciones especiales. Los productores tuvieron y tienen muchas dudas. Se bombardeó con los problemas de calidad del agua, el riesgo de salinización, etc.
Pero la razón fundamental es que los números no daban. Siempre fueron muy justitos, pero cualquier perspectiva se diluye cuando aparecen las nefastas retenciones. Ya machacamos mucho con esto, pero lo que está pasando amerita volver a la carga: los derechos de exportación afectan la relación insumo/producto. Es decir, el costo de la tecnología en términos de lo que se puede obtener por ella.
El riego es un ejemplo contundente. Una quita del 12% en cereales y del 33% en soja deja fuera de juego cualquier posibilidad de invertir en riego. Aparte está la cuestión del sistema de arrendamientos. El dueño del campo no tiene interés en invertir en su explotación, salvo que tenga un contrato de largo plazo con una compañía de semillas. Y el arrendatario no va a invertir sólo, cuando no tiene seguridad de que va a permanecer en el predio el tiempo suficiente para amortizar la inversión.
Así que son muchas las restricciones. Muchas cuestiones que resolver. Pero lo notable es que no hubo, y no hay, interés concreto en tomar el toro por las astas.
Digamos todo. En los últimos treinta años se remodeló bastante la infraestructura de riego en los valles precordilleranos. Mendoza, San Juan, Catamarca, Tucumán. Muchas obras impulsadas por convenios entre esas provincias y la Nación, a través de la UCAR que recibía fondos de bancos internacionales: BID, Banco Andino de Fomento, Banco Mundial. Al mando de Jorge Neme, hay que reconocer su buena gestión. En charlas con el ex funcionario, salía siempre al ruedo el escaso interés de las provincias pampeanas en subirse a este financiamiento. Falta de imaginación, de tiempo de gestión, y de interés por parte de los propios productores.
También se interesó en el tema un experto en recursos hídricos como el actual presidente del Centro Argentino de Ingenieros, Pablo Bereciartúa. Durante el período macrista, impulsó ideas extraordinarias como el canal de la Región Centro, que atravesaría de norte a sur toda la región pampeana, desde Córdoba a Bahía Blanca. Desde el CAI, convocó a expertos como el ing. Aníbal Colombo, quien puso a rodar el concepto de “Ni una gota de agua al mar”. Extraordinarios recursos hídricos como los ríos que bajan al Paraná y desde esta vena abierta corren alegremente a salinizarse en el océano.
Es extraordinario y hasta emocionante ver cómo algunas empresas y productores aprovechan el Paraná, ríos y arroyos interiores para convertirlo en arroz. Enormes inversiones privadas en infraestructura de bombeo y canales. Además de toda la tecnología que se está utilizando. A partir de ello, ya aparecen otros cultivos bajo riego en los mismos campos. El sábado pasado contamos en las páginas impresas y en la web de Clarín Rural el caso de El Rocío, en Mercedes (Corrientes), donde alcanzaron casi 9 mil kilos de maíz. Una provincia que exporta el 100% de su producción de terneros, cuenta ahora con el potencial de cerrar el círculo productivo.
Imaginemos. Algunos “influencers”, como Bumper Crop, sostienen que hay un potencial de riego complementario de 16 millones de hectáreas, casi la mitad de la región pampeana, con agua subterránea. Sumemos obras que permitan aprovechar los ríos y arroyos. Hoy los números no dan. Costo argentino, por un lado, donde la tendencia es buena. Pero es fundamental completar la ecuación, asegurando de una vez por todas el “precio lleno”, que significa simplemente terminar con las retenciones. El mentado “sacrificio fiscal” se resuelve con un poquito de apertura mental. Hay fórmulas, y vale la pena ensayarlas. Aquí y ahora. Estamos en llamas.