El régimen de la familia Assad en Siria colapsó después de 50 años de dominio ininterrumpido. La caída se produjo tras una ofensiva insurgente coordinada desde el noroeste del país, que culminó con la toma de Damasco y la huida del presidente Bashar Assad a un destino desconocido.
El conflicto comenzó en 2011 con protestas antigubernamentales que fueron reprimidas brutalmente, desembocando en una guerra civil que dejó más de 500.000 muertos y millones de desplazados.
A pesar de recuperar la mayor parte del territorio sirio con apoyo de Rusia e Irán, el régimen enfrentó una creciente presión de las fuerzas opositoras.
La ofensiva insurgente comenzó el 27 de noviembre, cuando grupos rebeldes liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS) lanzaron una ofensiva masiva en el noroeste de Siria, tomando más de 15 aldeas en Alepo.
La contraofensiva del gobierno fue fallida, y los rebeldes continuaron avanzando, tomando la ciudad de Alepo el 29 de noviembre y la ciudad de Homs el 7 de diciembre.
La caída de Damasco el 8 de diciembre marcó el fin del régimen de Assad, y el presidente fue removido del poder. Funcionarios iraníes y rusos confirmaron que abandonó el país.
Las consecuencias inmediatas incluyen la formación de un gobierno de transición, con el primer ministro Mohammed Ghazi Jalali anunciando la disposición del gobierno para negociar con la oposición. Además, países como Arabia Saudí, Turquía, Egipto e Irán iniciaron negociaciones para estabilizar la región.
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