miércoles, julio 17, 2024

Opinión

El glifosato y la tentación del bien

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Por Héctor Huergo

Hola , ¿cómo estás? Yo muy bien, con ganas de contarte que el jueves 6 de julio, apenas un par de días después del newsletter de la semana pasada, dedicado a la prohibición del glifosato en la provincia de Misiones, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) dictaminó que el vapuleado herbicida es seguro para usar en la agricultura.

En un veredicto largamente esperado, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no encontró «áreas críticas de preocupación» para la salud humana, animal y ambiental por el uso de glifosato en la agricultura. La EFSA es el organismo de control de la seguridad alimentaria de la Unión Europea, donde en diciembre se cumple el plazo de cinco años establecido para dejar de usar el herbicida más exitoso de la historia del control de malezas por medios químicos.

En realidad, ese plazo se había establecido en el 2017, pero se prorrogó un año más. En el ínterin, no apareció ningún nuevo documento basado en ciencia sana que pudiera determinar algún riesgo de la molécula para la salud. Mientras tanto, la gigantesca Bayer, una de las mayores compañías químicas del mundo, adquiría Monsanto, la creadora del glifo hace más de 50 años. Esto sucedió en 2018, es decir, después de haberse concedido la prórroga de cinco años.

Lo primero que conviene tener en cuenta es que si hubiera habido algún mínimo vestigio serio acerca del impacto del glifosato en la salud humana, hubiese sido absurdo que no se lo prohibiera inmediatamente. En 2015 el brazo de investigación del cáncer de la Organización Mundial de la Salud, la IARC, clasificó al glifosato como «probablemente cancerígeno para los humanos». Pero el año pasado, la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) concluyó que el glifosato no es cancerígeno. Y ahora llega lo de la EFSA.

La EFSA es una entidad seria y poco influenciable por los distintos lobbies. Simplemente cumple su labor con responsabilidad. No autoriza cualquier cosa, y tiene en revisión permanente a todos los productos aprobados. La evaluación fue realizada por los propios científicos de la EFSA y expertos reguladores nacionales. Incluyó una revisión de la literatura científica, estudios presentados por las empresas que buscan volver a registrar el glifosato, así como otros estudios presentados durante una consulta pública, dijo la agencia. La EFSA retrasó la publicación de sus hallazgos el año pasado debido a la cantidad «sin precedentes» de información científica que recibió como parte del proceso de renovación.

Las conclusiones son parte de un proceso más amplio para decidir si el herbicida debe permanecer en el mercado. Ayudarán a la Comisión Europea y a las autoridades nacionales a decidir si prohibir o no el producto. Se espera que este proceso comience en octubre.

Por supuesto, los grupos ecologistas radicalizados, con fuerte influencia en los parlamentarios europeos, pusieron otra vez el grito en el cielo. Pero tuvieron cinco años para seguir aportando pruebas (mas uno), período en el cual no pudieron encontrar un solo paper (ni viejo ni nuevo) que diera sustento a sus afirmaciones respecto al riesgo de cáncer ni ningún otra cuestión sanitaria. Igual, estos grupos seguirán presionando para evitar que se tome esta lapidaria sentencia de la EFSA como base para una nueva prórroga del “dead line” por parte del Parlamento Europeo.

Lamentablemente, cuando la política se entromete en las cuestiones científico tecnológicas, se termina en un estropicio lamentable. El enchastre llegó a nuestro país, donde se agitó el mismo fantasma que en la vieja Europa. Ojalá predominen la inteligencia y la razón, frente a la apelación a las emociones fáciles por parte de los tecnofóbicos y los políticos ideologizados. Que tienen la habilidad de encaramarse en la función pública o incluso en organismos de investigación y desarrollo, contribuyendo a su desprestigio.

Ciencia sana, revisada por los pares, en investigaciones independientes. Evitando que los decisores caigan en “la tentación del bien”, como decía el recordado Francesco De Castri en sus célebres intervenciones en los congresos de AAPRESID, hace ya 20 años. Se refería a la tendencia a regular en función de las emociones que el bombardeo ideológico termina galvanizando en el imaginario colectivo.