lunes, noviembre 25, 2024

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CRIPTOMONEDAS: El bitcoin enciende las alarmas

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Por Álvaro Sánchez

Pierde la mitad de su valor en menos de tres meses. La criptomoneda acusa las perspectivas de subidas de tipos en EE UU y posibles prohibiciones en Rusia.

El invierno del bitcoin está dejando los ánimos de los inversores bajo cero. La criptomoneda empezó noviembre tocando unos máximos históricos cercanos a 70.000 dólares, y termina enero con su precio a la mitad, lastrado por la mayor aversión al riesgo derivada de las próximas subidas de tipos de interés en Estados Unidos y, sobre todo, por los anuncios de nuevas restricciones al minado en Rusia, uno de los epicentros de esta actividad, imprescindible para mantener a flote el precio de la divisa digital.

La penosa evolución de su cotización, muy por debajo del comportamiento de las Bolsas en estos últimos tres meses, está derribando algunos de los mitos que propagaron sus valedores: el bitcoin no está siendo un activo refugio frente a la alta inflación, ni su capacidad de resistir a las turbulencias se parece a la que cabría esperar de un nuevo oro digital, como se le ha llegado a denominar.

Las correcciones en los parqués ante el aumento de la tensión en Ucrania tampoco ayudan. “Cuando la sensación general en los mercados es negativa, lo primero que se suele vender son los activos de más riesgo, y bitcoin todavía sigue siendo un activo de riesgo”, afirma Jorge Soriano, consejero delegado de la plataforma de compraventa de criptomonedas Criptan. Raúl Marcos, CEO de carbono.com, coincide en achacarlo a un estado de ánimo negativo entre los inversores. “Últimamente se ve una correlación más alta con los mercados tradicionales. Cuantos más inversores institucionales hay, más sigue un mercado al otro. Esperaba turbulencias, pero no tan pronunciadas. El de las criptomonedas es un mercado muy emocional, los movimientos se magnifican tanto para arriba como para abajo”.

Detrás del desplome hay varias razones. Cada nueva pista de una aceleración en el calendario de subidas de tipos por parte de la Reserva Federal estadounidense ha sido recibida con caídas, igual que le está sucediendo a las Bolsas. Y la semana pasada el banco central ruso propuso prohibir las transacciones y el minado de bitcoins, así como vetar la actividad de los exchanges e impedir a las instituciones financieras operar con criptomonedas. Considera que son una amenaza para su soberanía monetaria y la estabilidad financiera del país y de sus ciudadanos debido a su potencial para generar burbujas, y le preocupan sus efectos medioambientales adversos —el minado gasta una ingente cantidad de energía—. Quedaría libre del veto, en cambio, la posesión de criptomonedas.

Una decisión así por parte de Rusia no sería inocua. Es el tercer país donde se lleva a cabo más minado, solo por detrás de EE UU y Kazajistán. Y en este último país las noticias tampoco son positivas: las protestas por el encarecimiento del combustible en este enorme Estado de Asia Central culminaron con el corte total de internet para evitar que los manifestantes pudieran transmitir la violenta represión desatada desde el Gobierno, lo que dejó a los mineros sin conexión, y, por tanto, sin apenas opciones de continuar su labor en una nación que hasta ahora era considerada un santuario para las criptomonedas por el bajo precio de la energía.

La presión regulatoria está arrinconando cada vez más al bitcoin. En mayo, China vetó las transacciones con criptomonedas, y declaró ilegales el minado e incluso la publicidad de esas divisas. Kazajistán, por su cercanía geográfica, ocupó entonces buena parte del vacío que dejaron las restricciones de Pekín, pero la convulsa situación política interna está haciéndole perder atractivo, y Nayub Bukele, presidente de El Salvador —la primera nación del mundo en incorporar una criptodivisa como moneda legal— ya fantasea con la idea de tomar su lugar y convertir a su país en el gran laboratorio mundial de las criptomonedas.

FUENTE: El País