Los residuos electrónicos se multiplican por doquier en México, el tercer productor de este tipo de basura en América, que genera 1,2 millones de toneladas cada año, según cifras oficiales, mientras las leyes dificultan, en vez de facilitar, la tarea de recolectarla y reciclarla.
De acuerdo con Yves Gómez, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), se requiere «un marco legal que tenga un alcance más nacional» para indicar que este tipo de desechos requieren de «un tratamiento especial».
El coordinador general de proyectos sobre contaminantes orgánicos persistentes señaló que «la responsabilidad de estos residuos recae en los estados» por lo que moverlos de un lado a otro representa un gran problema para cumplir las normativas de cada territorio.
Esto ha provocado que sólo 10% de la basura derivada del descarte de ordenadores, computadoras portátiles, móviles y tabletas se recicle.
Para el 2026 se prevé que se eleve a 1,3 millones de toneladas anuales la cifra de desperdicio electrónico en el país, aunque podría ser mayor por el aumento en la adquisición de dispositivos digitales durante la pandemia de Covid-19.
El ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales estimó en un estudio reciente que durante la pandemia, «la compra de artículos electrónicos para realizar teletrabajo o clases virtuales como teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras portátiles y contratación de internet aumentó 120 por ciento.
Yvez Gómez consideró que es necesario «más involucramiento en el manejo de estos residuos de todos los sectores de la población, desde la sociedad civil, el gobierno y la iniciativa privada».
Se requiere de «promover un manejo integral y ambientalmente adecuado de estos residuos, que merezcan un proceso que tenga buenas prácticas en todo el ciclo de vida del producto de este tipo de materiales, incluyendo la trazabilidad de los componentes peligrosos que puedan ser identificados, separados y dispuestos de manera adecuada», dijo.
En esta tarea deben involucrarse «todos los grupos de interés y tomadores de decisiones, para poder obtener el mayor beneficio posible, recuperando el material revalorizable», afirmó.
La importancia de reciclar un aparato electrónico que ha dejado de funcionar por daño o por tiempo, de acuerdo con los entendidos, es que se pueden obtener materiales valiosos como oro o cobre y se puede hacer un manejo adecuado de componentes peligrosos como el mercurio.
De acuerdo con el Inventario de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, elaborado por el PNUD, el ministerio del Medio Ambiente y otras instituciones gubernamentales, en México se espera un crecimiento de 17% en la generación de residuos electrónicos entre 2020 y 2025.
Cada mexicano generó 9,23 kilogramos de residuos electrónicos entre 2015 y 2021, de acuerdo con este documento oficial.
En total, los mexicanos desecharon 1,1 millones de toneladas de residuos electrónicos cada año en este periodo y para el final del 2021 se espera que esta cifra crezca hasta alcanzar 1,2 millones de toneladas, de las cuales casi una cuarta parte (23%) es generada por los estados más prósperos del país (Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León).
La mayor parte de la basura electrónica (66%) corresponde a pantallas LCD y televisores, seguido de computadoras de escritorio y portátiles (24%) y en menor medida a grabadoras y reproductores de sonido (6%) y a teléfonos celulares (4%).
Ricardo Ortiz, director General de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas del ministerio del Medio Ambiente, consideró que del total de los residuos electrónicos que se desechan en México, 65,12% (788.981 toneladas) corresponden a metales como cobre, hierro, aluminio, oro y plata.
En contraste, 5,99% (72.574 toneladas) son metales pesados como el mercurio, el cadmio, el cromo y el plomo, además de baterías eléctricas y químicos.
El potencial económico de la recuperación de las materias primas contenidas en los residuos electrónicos es de 1.300 millones de dólares en México. (ANSA).