sábado, septiembre 28, 2024

Ecología

Día Mundial del Árbol 2021

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Desde 1840 se conmemora el Día del Árbol. Primero se hizo en Suecia, país promotor de la idea; con el tiempo se internacionalizó el evento y a día de hoy el 28 de junio es el Día Mundial del Árbol. En esta fecha se pretende generar conciencia, acerca de lo importante que son los más grandes representantes del mundo vegetal.

Los árboles proporcionan madera, pero, además, muchas de sus hojas, frutos y savia son comestibles y/o se emplean en medicina o en la industria. Son los fijadores naturales de la tierra, oxigenan el aire y retiran CO2 de la atmósfera de manera continua y natural, son albergue de miles de otras especies, conformando ellos mismos pequeños ecosistemas y contienen y filtran el agua.

Los recursos forestales es decir los árboles y su entorno, son vitales para el mantenimiento de los suelos, la pervivencia de la biodiversidad, para lograr disminuir los altísimos niveles de contaminación ambiental que padecemos por culpa de las acciones antropogénicas, permiten un desarrollo sostenible y sustentable de la naturaleza y son imprescindibles para la vida.

La triste realidad

Los árboles autóctonos, muchas veces especies endémicas que solo habitan en ciertos lugares del planeta, están siendo talados incontrolada e indiscriminadamente para satisfacer las ansias de confort de los seres humanos. Ya sea como materias primas, como para “quitarlos de en medio” en su carrera por producir, los árboles pagan con su vida y a veces con su extinción como especie, la soberbia de un solo grupo de individuos.

¿Se pone de moda comer aguacates?

No hay problemas, arrasamos con Todo lo autóctono, aprovechamos los subsidios y los cultivamos en lugares que ni son aptos ni tendrían que tener ese tipo de plantaciones. Lo mismo pasa con el aceite de palma, los mangos y cientos de especies más, que cuando el daño ya está hecho y fuera de control, pasan a denominarse “especies invasoras”.

¿Queremos vivir cerca de la playa?

Estupendo, acabamos con los árboles y arbustos naturales y construimos todo cuanto nos dé la gana. Y cuando llueve un poco más de la cuenta y las riadas se nos llevan casas, coches y ciudades, nos echamos las manos a la cabeza, exigimos soluciones y subsidios y buscamos a quien echarle la culpa de todo.

Incendiar bosques enteros para usar las tierras para los monocultivos, la ganadería extensiva, la urbanización desmedida o la búsqueda de minerales y petróleo sigue siendo un pésimo negocio para el planeta y todos sus seres. Cada árbol que cae necesita muchos años para reponerse y el daño no se arregla plantando “arbolitos alegóricos”, sino cambiando nuestra destructiva forma de consumir.