Por Miguel Abálsamo
Pobreza 42 %, abarca a 18 millones de personas, con proyección en ascenso al fin del otro semestre, en diciembre cuando midamos a fin de año en su totalidad, abarca al 34 % de los hogares argentinos.
57 % de menores de 14 años son pobres, el diez por ciento de la población en estado lamentable de indigencia, el salto más alto que sufre la desocupación comparado con el 2001, y descenso social en la franja que oscila entre los 15 y 29 años, 18 millones de argentinos pobres, 4.700.000 indigentes, trepando todo esto en el promedio del conurbano bonaerense, una familia de cuatro integrantes (esposa, esposo y dos hijos menores) necesitan 44.000 $ para superar el límite de la pobreza, una familia de tres integrantes, 36.000 $, existen catorce millones de cheques que emite el estado mensualmente en todo concepto, hace una década sin generación de empleo privado, la clase media B comienza con el ingreso de 70.000 $, la clase media A quien supera los 200 mil… estadísticas que no nos sorprenden, si, nos angustian, nos coloca frente al espejo de la realidad, nos golpea duramente en una Argentina empobrecida, descendida en el subsuelo más profundo.
Cuando la culpa es de todos pasa a ser de nadie, suele decir un concepto repetido, no estoy tan seguro de que sea así, la culpa es de casi todos, al menos los que nos gobiernan en muchos años, cada uno desde su ángulo ideológico o analítico de libre pensado le pone una fecha y una circunstancia, si es cierto es que cada día tocamos más fondo, podríamos ahondar en números y retrotraernos a épocas donde teníamos el PBI (Producto Bruto Interno) ergo, lo que producíamos anualmente, superior a todos los países de la región latinoamericana juntos, destinados a crecer como los Estados Unidos y en el mapa veíamos desde arriba a los que ahora son desarrollos y potencias en todo aspecto.
En 1910-1920, éramos del país en el décimo lugar en prosperidad, y no era antojadiza la frase «el granero del mundo».
Junto a la triste Venezuela de Maduro, y algún país africano, sin desmerecer a nadie, vivimos y padecemos la maldita inflación, que desde 1975 viene en crecimiento salvo pequeños períodos de nuestra historia reciente.
La democracia, 83 al presente, es una asignatura llena de cuentas pendientes, con repeticiones de conceptos, caminos trillados, discursos antiguos, grietas inconducentes, dirigentes lejanos a los estadistas que necesitamos, gobiernos de diferentes signos al que no le pedíamos que nos convirtieran en Suiza o Alemania, pero tampoco que nos hundieran en el infierno, al que les queda el discurso que ayuda el Covid 19, acusando de nuestros males a la pandemia, e virus nuestro se escapó del laboratorio de nuestros gobernantes, anda en el aire del atraso y el subdesarrollo, del clientelismo generados del «pobrismo», de las ideologías que atrasan, de quedarse lejos del mundo diciendo que podemos vivir con lo nuestros en nuestra pequeña gran aldea.
«Supimos ser bizcochuelo, ahora somos gelatina», suele decir Andrés Calamaro, concepto claro que no necesita explicaciones, magistral.
En 2002 se cobraban siete millones de planes sociales (20 % del país) lo único que creció en el Argentina, hoy, a casi veinte años con 19 millones (el 43 % de los argentinos).
80 años de inflación nacional, en el gobierno peronista ( 46-55) fue de 19 % anual, más alta que las de todo el siglo anterior, desde el 56 al 72, gobiernos civiles y militares, la tasa de elevó al 29 % anual, en el segundo gobierno peronista ( 73-76) 74 % anual, recordar efecto «rodrigazo en el 75, el Proceso no se quedó atrás, inflación anual 191 %, al final del gobierno de Alfonsín llegamos al 472 % anual, en el gobierno de Menem al 58 %, con cierta estabilidad por la convertibilidad se redujo, se produjo el estallido del 2001, luego de Duhalde-Lavagna apagando incendios y produciendo otros, gobierno de Kirchner, el 22 % anual, imposible medir el l de la doctora Cristina F. de Kirchner por un Indec no funcionando, la era Macri arrojó 40 % en 2016, 24 % en 2017, cincuenta en 2018, con este presente donde los números nos cierran las palabras y acotan argumentaciones.
80 años de inflación argentina, cada punto un millón de pobres más y descenso de la clase media.
En tantos años, pasaron medidas de corte populista, liberales, radicales, peronistas en sus diferentes formas, el «macrismo», alianzas diversas, militares autoritarios, liberales y nacionalistas… como decía el sabio escritor Ortega y Gasset por el año treinta…» los argentinos deben aspirar a un proyecto sugestivo de vida en común, tienen todo para hacerlo, pasa que no saben qué les pasa».
Necochea no es una isla en esta realidad
No es simple obtener datos concretos sobre la realidad imperante en nuestro distrito, con todas las potencialidades comparativas y competitivas con que contamos, esto no impide visibilizar que nuestro estado no difiere al resto del país, a pesar de contar con este marco natural turístico, zona portuaria con todo su significado, agropecuaria y otras bondades, no es de levedad lo que nos ocurre, no sólo por la acechante pandemia sino en lo cotidiano hace mucho.
Necochea tiene índice que superan el cuarenta por ciento de pobreza, aunque sin la demostración palmaria de la indigencia como en otras ciudades donde la gente duerme en la calle y se afinca como puede y donde puede.
El déficit habitacional se muestra entre 4.000 y 5.000 viviendas, y la desocupación (datos no fáciles de construir),superaría el 42 %, con empleados denominados «changas», ese trabajo ,generalmente de tareas menores y de subsistencia muy recortado desde marzo cuando comenzó el Covid 19, con la falta de certeza sobre cómo será la próxima temporada de turismo que posibilita ,aunque al menos sea momentáneamente, una fuente laboral en esos tres meses estivales, e ingreso de dinero rápido en nuestra economía a través de las áreas como gastronomía, hotelería ,divertimento, etc.
El estado municipal cumple su tarea diaria, habiendo crecido notablemente el pedido de alimentos y la asistencia bolsones, que pasaron de 4.500 a principio de año a 12.000, una enorme progresión que parece incrementarse día a día, no solo en la tarea del Departamento Ejecutivo a través del área de Desarrollo Social sino el trabajo activo del Consejo Escolar, diversos Centros de Salud, trece en total, con una asistencia de cien bolsones de mercadería promedio mensual en cada uno, a esto hay que sumarle el requerimiento de ropa, colchones, frazadas, leña, garrafas, y el trabajo realizado en más de 400 casas arreglando sus techos, reparando roturas, colocando ventanas y puertas, haciendo las conexiones de luz, en una palabra podríamos resumirlo con una frase que se multiplica de todos aquellos que trabajan junto a la gente en cada momento…» cada vez es mayor la necesidad, tenemos que multiplicarnos y no alcanza, y esto se acrecentara de continuar así».
Para no caer en el límite de la pobreza la familia tipo necesita 44.000 $, la pregunta es… ¿cuántas familias en el distrito de Necochea no llegan a esa cifra?, la verdad, muchas, lo que da la idea de que ese cuarenta por ciento de pobreza puede llegar a ser más alta, especialmente en la localidad de Quequén.
Con el objeto de darle contenido al comentario me contacte con dos sectores claves para el análisis y la descripción de lo existente, los sindicatos de gastronómicos y de UOCRA, la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina, para citar dos ejemplos, en el caso del primero ,uno de los sectores más golpeados entre pandemia y crisis, en los últimos meses han quedado con la mitad de sus afiliados, el segundo se mantiene, dentro del debilitamiento, en forma algo más estable porque mucha gente (que puede) está haciendo pequeñas reformas o ampliaciones en sus casas ,comprando elementos como ladrillos que nunca pierden su valor.
El volver otrora no será simple, el virus podrá desaparecer con el tiempo o la vacuna, pero no la normalidad de nuestras salidas a restaurantes, cafés o lugares nocturnos diversos.
Necochea ha tenido la fortuna del funcionamiento activo, normal, de la actividad portuaria y agraria, conteniendo trabajadores de ambos sectores, ingreso de dinero que luego se ve reflejado en nuestro quehacer diario y moviliza la economía tan permeable que vivimos.
El año anterior el cuadro nos devolvía una imagen tremenda, Necochea ubicada entre los doce distritos más empobrecidos del interior bonaerense, tomando en cuenta el ingreso per cápita del habitante.
Datos de nuestra economía local
De los trescientos sueldos más altos del distrito de Necochea, 170 pertenecen al estado, o entes estatales u organismos descentralizados, ligados a los niveles del estado, nacional, provincial y municipal, sueldos estimados entre los 150.000 y 500.000 pesos mensuales.
Vale la aclaración que no estamos promediando ingresos de empresarios grandes o medianos, o diferentes actividades como el agro, distintos comercios, sino estrictamente tema salarial mensual.
El sector privado de la ciudad, salvo contadas y grandes compañías no estaban sus dependientes dentro de los 200 primeros ingresos en relación de dependencia.
Esto muestra claramente la fragilidad de la economía local, donde empresas de distintos rubros no alcanzar a generar lo suficiente económicamente para pagar a sus directivos sueldos acordes a los del estado, o sea, ingresos estatales incompatibles con la posibilidad de generación de riqueza.
Hay sectores escasos en este contexto de generar un excedente desde el punto de vista económico, muchos de ellos hace años que no pueden ni siquiera reponer las amortizaciones de capital.
Otro detalle, tan sólo por dar un ejemplo lo constituye el hecho de ser una ciudad turística, que sin embargo hace más de 25 años que no se proyecta y se construye un hotel, careciendo de los mismos frente al mar, caso único en un lugar de expectativas de turismo como la ciudad.
Nada es fuera de contexto, necesitamos movilizar las fuentes de la producción, aporte empresarial con reglas de juego claras, dar las condiciones para la inversión, abrir las puertas de la participación, todo tiene que ver con ese desempleo y pobreza que analizamos en este comentario.
En medio de las dificultades puede residir la oportunidad, Argentina no puede resignarse al «pobrismo» como si fuera habitual y parte de una postal costumbrista, no sólo es rebelarse, hacer demagogia o criticar sin participar es que vamos a intentar cambiar esta historia de tantas décadas, la debemos hacer con cambios, que no sólo son ideológicos o partidarios en cada elección buscando lo mejor, sino con cambios mentales.
La verdad de Albert Einstein refleja la realidad argentina…» locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes».