domingo, diciembre 22, 2024

Ecología

CALENTAMIENTO GLOBAL: Crisis sanitaria asociada

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Decir que 2020 ha sido un año atípico no va a sorprender a nadie. El año más extraño, duro y doloroso que recordaremos en mucho tiempo.

Cuando en marzo nos dijeron que nos confinaban, que se paralizaba la vida “normal” y que había que meterse en casa, Greenpeace, como tantas otras, siguió adelante con su trabajo y tratamos, con toda la humildad posible de ayudar, así que convertimos nuestras pancartas en batas para el personal de residencias. Y además, nos empeñamos en buscar la mejor salida para el planeta y las personas, quisimos que la vuelta a esa nueva normalidad fuera mejor, con menos desigualdades y más basada en las personas y en el respeto y cuidado de la naturaleza.

La pandemia ocasionada por la Covid-19 no paralizó la crisis climática en la que estamos inmersos. Cinco años después de la firma del Acuerdo de París, los compromisos de los Estados siguen siendo insuficientes, empezando por España, cuya ambición climática se queda a mitad de camino de lo necesario. Eso nos obligó, junto a Ecologistas en Acción y Oxfam Intermón a llevar a los tribunales al Gobierno más progresista que hemos tenido en los últimos años. Un paso imprescindible para asegurar que nos tomamos la emergencia climática muy en serio y que no depende de los colores de quién gobierne en ese momento.

Calentamiento global, la crisis sanitaria asociada que ha dejado al planeta patas arriba

Darle la vuelta al sistema

2020 está siendo un año para repensarlo todo, nos hemos enfrentado a tantas situaciones tan duras que estamos preparadas para darle la vuelta al sistema. Por nosotras y por el planeta. Hay que impedir que los gobiernos e instancias europeas sigan financiando a las empresas que contaminan nuestra salud y la del planeta. Hay que cambiar las ciudades para que dejen de ser para los coches y se vuelvan amables para quienes caminan, van en bici, para quienes juegan. Hay que dirigir nuestro consumo a quienes cuidan nuestra tierra. Hay que proteger esa naturaleza de cuya salud depende la nuestra. Y por eso nos centramos en articular propuestas para Darle la Vuelta al Sistema.

Además, este año hemos seguido vigilando la evolución del Ártico, donde la capa de hielo ha alcanzado su segundo mínimo histórico. Y por desgracia, lo que pasa en el Ártico, no se queda en el Ártico, sino que tiene consecuencias en todo el planeta. También en la Antártica constatamos la disminución de algunas colonias de pingüinos. Los cambios en el ecosistema del polo sur del planeta parecen estar afectando a la cadena alimenticia y todo indica que el cambio climático es el mayor responsable.

Destapando mentiras

Y de los problemas en los polos, a los problemas en casa. Investigamos para denunciar las mentiras del gran monopolio de Ecoembes, que se gasta el dinero en anuncios donde reciclar es lo más, pero tras los cuales se esconde un modelo de gestión de residuos de envases domésticos que ha fracasado completamente. Gracias a sus bonitos anuncios, Coca-cola, Nestlé, P&G o otras grandes marcas “limpian” su imagen mientras nos engañan para que pensemos que se está reciclando mucho más de lo que dicen. Tenemos que seguir reciclando, y demandando que no nos engañen. La fuerza que tenemos como consumidores es muy potente, y tenemos que usarla.

Y no son las únicas empresas que le han dado al conocido “greenwashing”, con otra investigación en Greenpeace hemos destapado a los “trileros del clima”, empresas como Banco Santander, BBVA, Campofrío, Coren, Iberia, Naturgy o Repsol que tienen una narrativa muy bonita tras la que se esconde una política empresarial con argucias y obstáculos para reducir las emisiones de CO2.

En casa también, gracias a nuestra investigación siguiendo la pista al despliegue de morteros españoles en la guerra de Yemen, hemos conseguido que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid investigue si la falta de transparencia en torno a la venta de armas es legal. Desde Greenpeace creemos que no, que se está vulnerando la libertad de expresión.

Victorias…
Y con todo lo funesto que ha sido este año, hemos tenido momentos para celebrar grandes victorias. La mayor y de la más orgullosos estamos tras 30 años de campaña, el anuncio del cierre de las últimas centrales térmicas de carbón. Y por ver está también si el anuncio de la demolición del mastodóntico hotel ilegal de la playa de El Algarrobico se hace realidad el año que viene.

En firme ya, la decisión del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico de denegar el permiso para el embalse de Biscarrués en el Pirineo aragonés tras muchos años de lucha por parte de colectivos locales y ecologistas. También se han visto cambios en las ciudades que nos animan a seguir luchando, la reducción de la velocidad a 30 km/h en las calles de un sólo sentido en 28 de las 51 capitales es un buen síntoma de cómo las urbes pueden hacernos la vida más fácil.

Un ministerio que nos ha dado noticias buenas como encargarse del reto demográfico y denegar infraestructuras innecesarias al tiempo que daba otras tan malas que resultan casi imposibles de creer, como la autorización al plan de Fertiberia para esconder bajo la alfombra las miles de toneladas de residuos tóxicos acumuladas en unas balsas que son la vergüenza de Europa.

Si nos planteamos que 2020 ha sido un aviso de que el planeta está llegando a su límite, en 2021 tenemos una oportunidad única de hacer las cosas un poquito mejor, de aprovechar los fondos que van a venir de Europa para beneficiar a una economía que nos aleje de la crisis climática, de los combustibles fósiles y que se utilicen para una verdadera recuperación justa, verde y que deje de lado las falsas soluciones. También tenemos la oportunidad y el deber de retomar la agenda internacional para frenar la pérdida de biodiversidad, acabar con la contaminación por plásticos y arrebatar el oligopolio de la energía a las grandes empresas y ponerlo en manos de la ciudadanía.

Porque si hemos sido capaces de luchar 2020, ¡imaginad de todo lo que vamos a ser capaces en 2021!

Fuente: Greenpeace