La pandemia, que condicionó el ciclo lectivo 2020, obligó a las escuelas rurales a adaptarse a las dificultades del contexto para asistir a sus estudiantes, conllevó a actos de colación virtuales y hasta determinó que una estudiante de derecho se recibiera de abogada mientras estaba internada por coronavirus.
En la Argentina, unas 15.000 escuelas rurales reciben entre 10 y 150 alumnos que, en muchas ocasiones, comparten la sala en un plurigrado donde un docente imparte clases en varios niveles y áreas, según cifras oficiales.
Maestro pampeano
Ricardo Periga, director de la escuela del paraje de Árbol Solo, en La Pampa.
Desde el paraje de Árbol Solo, ubicado en La Pampa, Ricardo Periga, director de una de esas escuelas, fue noticia porque, durante el período de aislamiento, recorría más de 250 kilómetros cada quince días para entregar a sus alumnos materiales didácticos, un bolsón de alimento (que puede esconder chocolates) y las computadora que suelen usar, para seguir conectados. Siempre lo acompañaba Darío, el encargado de la escuela.
Habitualmente, los alumnos y alumnas residen en la institución y visitan a sus familias de forma quincenal. Si bien la matrícula hoy es de solo 7 estudiantes, cuando la actividad rural de los peones de campo era más dinámica la cantidad de chicos era mayor.
De nacer de nuevo, «elegiría la docencia rural porque, si bien me aleja de mi familia, aquí vivo cada momento con una intensidad única», confesó a Télam Ricardo, docente hace más de 30 años.
Egresados correntinos
Desafíos similares atraviesa la educación rural de Corrientes: el paraje Buena Vista, en la localidad de Goya, tuvo este año una promoción de 71 egresados del único colegio secundario de la zona.
Su rectora es Noemí Chambor, quien contó a Telam que «trabajar en contexto rural de por sí conlleva implementar estrategias en el proceso de aprendizaje y el docente rural está acostumbrado a usar la creatividad.»
Chambor consideró que «la familia rural se vio afectada porque no encontró lo que habitualmente encuentra en la escuela: un lugar de socialización», y esto generó, además, que «en algunos casos los chicos y chicas perdieran el hábito del estudio», aunque «la gran mayoría continuó el proceso en sus hogares».
«Esta nueva forma de aprender y desarrollar clases fue todo un cambio, pero salimos adelante», sostuvo la directiva.
Según su evaluación, «la problemática económica tuvo mayores efectos en las familias más vulnerables, y la deserción escolar será uno de los grandes problemas que deberá afrontar la educación».
La docente recalcó que «en la conectividad incidió lo económico» porque la comunidad educativa en la que se desempeña «es muy heterogénea». Si bien en la zona «hay antenas que proveen señal», el problema radica en tener datos móviles y la tecnología que tengan los aparatos, «también afectan los cortes de luz», explicó. Para paliar esas carencias debieron «apuntalar con cuadernillos impresos».
«La educación jamás se cortó, se brindó siempre y se apuntó a la educación emotiva, a la inteligencia emocional y se trabajó con la Covid-19 en la transversalidad», subrayó.
Un secundario en Río Gallegos
En tanto, los estudiantes de Santa Cruz que cursaron el último año secundario de manera virtual, reclamaron por su acto de egresados presencial, pero no fue posible por recomendaciones sanitarias.
Julieta Fernández, egresada de 5to año del Colegio Ladvocat de Río Gallegos, tuvo el acto virtual de colación de grado el viernes 11 de diciembre y leyó el discurso de fin de año.
«Fue un acto simple, duró casi dos horas, hablaron algunos docentes, directivos, yo leí el discurso y nos mostraron un video con fotos de todos los estudiantes y lo vimos con nuestras familias», contó a Télam.
Para Julieta, «fue un año complejo y creo que nos merecíamos más que un acto virtual. Pero estoy muy orgullosa de todos los estudiantes que no bajaron los brazos».
Recibirse en un hospital formoseño
Una de las salas Covid del hospital Evita, de Formosa.
En Formosa, una mujer de 33 años de la ciudad fronteriza de Clorinda, se recibió de abogada mientras estaba internada junto a sus dos hijos y su esposo, todos con coronavirus.
Yolanda Cabral fue diagnosticada con coronavirus junto con sus hijos de 6 y 7 años el 22 de noviembre, por lo que fue trasladada desde Clorinda hasta el Hospital Interdistrital Evita en la ciudad de Formosa, donde también se recuperaba de la enfermedad su esposo Juan, médico cirujano en la Clínica Argentina de Clorinda.
Yolanda cursaba de manera online la última materia para recibirse de abogada, y debía rendir el 4 de diciembre para recibirse. En el duodécimo día de internación, desde su habitación del hospital, rindió examen. Al día siguiente recibió la noticia de que obtuvo una calificación excelente y que se recibía de abogada.