El reconocido juez penal de Necochea murió de manera sorpresiva mientras encaraba una cruzada solidaria y la noticia conmovió al mundo de la justicia. Diario Judicial repasa su trayectoria y sentencias más destacadas.
Falleció a los 64 años Mario Juliano, juez del Tribunal en lo Criminal 1 de Necochea, Director Ejecutivo de la Asociación Pensamiento Penal y, entre otras cosas, un gran defensor de la aplicación del juicio por jurados y la modernización de la ley de estupefacientes.
Juliano se caracterizaba como un personaje irreverente para el estructurado mundo de la justicia.
Renegaba del lenguaje complejo de los fallos, luchaba para que los judiciales pudieran asistir a los Tribunales con ropa informal y llevaba adelante distintos proyectos solidarios y destinados a la reinserción de las personas privadas de su libertad, tanto a nivel nacional como en «Necolandia», como él llamaba a su ciudad.
Juliano sostenía que despenalizar la tenencia de marihuana significaría «quitarle el negocio al narcotráfico que lucra con la prohibición que es el mejor negocio que puede tener. Continuar con el prohibicionismo y querer combatir el narcotráfico es no comprender la lógica de este negocio, así de sencillo. El negocio de las drogas lucra con la clandestinidad».
En eso andaba cuando murió. El juez había emprendido el desafío solidario de unir el distrito de Necochea corriendo 25 kilómetros diarios para juntar fondos para construirle una casa a una familia de Quequén, integrada por una madre sola con sus tres hijos que habían quedado en la calle luego de sufrir violencia familiar. Cada kilómetro recorrido significada dinero y así hasta llegar a la suma final que necesitaban para llevar adelante el plan.
Su «rebeldía» no se ajustaba únicamente a la vestimenta y el lenguaje, sino a sus declaraciones públicas. Atípico para provenir de un juez penal, Juliano expresó públicamente que su hija cultivaba y fumaba marihuana y utilizó esa experiencia cercana para pedir por la modernización de la ley de estupefacientes que incluya la despenalización de dicha sustancia.
El magistrado consideraba que el Estado debe regular el uso de una sustancia que «tiene un impacto directo sobre la población, sobre una buena parte de la población y donde se podría llevar a cabo unas políticas como se hacen respecto de otras sustancias, como el alcohol y el tabaco, donde se realizaron acciones que han sido muy positivas».
Juliano sostenía que despenalizar la tenencia de marihuana significaría «quitarle el negocio al narcotráfico que lucra con la prohibición que es el mejor negocio que puede tener.
Continuar con el prohibicionismo y querer combatir el narcotráfico es no comprender la lógica de este negocio, así de sencillo. El negocio de las drogas lucra con la clandestinidad».
Además, ayudaría a descongestionar el Poder Judicial de causas que «no tienen ningún destino ni impacto sobre la realidad y que lo único que significan es hacer como que hacemos algo cuando en realidad no hacemos nada», resaltó en alguna de las tantas entrevistas que dio a Diario Judicial.
“Desearía una sociedad donde no existieran las cárceles, donde las personas pudiéramos resolver nuestros conflictos en forma más civilizada, donde no tengamos que agregar dolor al dolor”, escribió en algunas de sus varias columnas periodísticas.
Dio ejemplo de ello en el marco de una causa redujo la pena a un hombre que en 2015 atropelló y mató a una jubilada porque en pleno juicio los hijos de la víctima lo perdonaron y se fundieron en un abrazo con él. Juliano relató la experiencia del juicio, en el cual el acusado no paraba de llorar y aceptar su culpabilidad.
Fue allí que el magistrado decidió ir a un cuarto intermedio y acordó con las partes un juicio abreviado con una pena de tres años de prisión de ejecución condicional y una prohibición de manejar por el mismo tiempo, en vez de los cinco años que iba a recibir el imputado. Al finalizar la audiencia, pidió perdón a las partes en nombre del Poder Judicial, por aber demorado cuatro años el juicio.
Se destacó también por su enérgico apoyo a la aplicación de los juicios por jurados para que la ciudadana tuviera una participación activa en la justicia y la democratización del Poder Judicial.
Desde el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y la Asociación Argentina de Juicio por Jurados (AAJJ) despidieron al juez públicamente y sostuvieron que Juliano «encontró en el ejercicio de su profesión y de la judicatura un espacio para llevar a la práctica sus ideales.
Sin lugar a dudas, fue un juez irrepetible, con la mayor libertad en sus convicciones y una postura ideológica clara en defensa de las personas más vulneradas. Fue, en pocas palabras, un paradigma de juez imparcial».
«Mario nos deja un legado de compromiso activo con cada una de las causas que sostuvo, así como una vocación por el trabajo con la comunidad, tal como él lo hizo hasta el último momento de su vida para contribuir con su amada Necochea.
La solidaridad con los más necesitados era su norte. Despedimos a un hombre íntegro y un amigo, con la férrea decisión de mantener firme la lucha por los ideales compartidos», agregaron desde las instituciones.
Desde Diario Judicial también lo despedimos con cariño, con agradecimiento por el tiempo dedicado a responder nuestros interrogantes y con la promesa de nunca llamarlo «doctor», como nos pidió.