Por Gerd Schwartz, Manal Fouad, Torben Hansen y Geneviève Verdier
COVID-19 ha tenido un impacto profundo en las personas, las empresas y las economías de todo el mundo.
Si bien los países han reforzado la vida pública de las personas y las empresas, se enfrentarán a enormes desafíos para recuperarse de la pandemia, en medio de una baja actividad económica y niveles de deuda sin precedentes.
La inversión en infraestructura pública jugará un papel clave en la recuperación . Pero con recursos limitados, los gobiernos deben gastar el dinero de los contribuyentes sabiamente en los proyectos correctos.
Para ello, los países necesitan una buena gobernanza de la infraestructura: instituciones y marcos sólidos para planificar, asignar e implementar una infraestructura pública de calidad.
Nuestro nuevo libro aborda cómo los países pueden diseñar una buena gobernanza de la infraestructura.
Con demasiada frecuencia, la inversión pública da como resultado una infraestructura cara y de mala calidad con beneficios limitados para las personas y la economía.
Tiende a involucrar proyectos que son grandes, a largo plazo y complejos, todo terreno fértil para la corrupción, las demoras y los sobrecostos.
Una sólida gobernanza de la infraestructura es clave para reducir este desperdicio.
Nuestro análisis muestra que, en promedio, los países desperdician alrededor de 1/3 de su gasto en infraestructura debido a ineficiencias.
La pérdida puede superar un asombroso 50 por ciento en los países de bajos ingresos.
Liberar este potencial debería desempeñar un papel importante a medida que los países se recuperan de la pandemia.
La buena noticia es que las pérdidas de eficiencia y el despilfarro en infraestructura no son inevitables.
Nuestras estimaciones muestran que más de la mitad de estas pérdidas podrían compensarse mediante una mejor gobernanza de la infraestructura.
Un puente hacia el futuro
La recuperación económica de COVID-19 presenta una oportunidad única para que los países construyan un puente hacia el futuro a través de una infraestructura pública bien diseñada e implementada.
Si se hace correctamente, la inversión pública para estimular la débil demanda agregada puede ayudar a impulsar un crecimiento más inclusivo, reducir las desigualdades y crear oportunidades económicas para todos.
La inversión en sistemas de salud, infraestructura digital y ambientalmente consciente puede mejorar la vida de las personas, conectar mercados y mejorar la resiliencia de los países al cambio climático y pandemias futuras.
Los países también deberán aumentar la inversión pública para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mientras que las economías avanzadas deben abordar el envejecimiento de la infraestructura, como carreteras, puentes y sistemas de atención médica.
Pero cada dólar gastado tiene que contar, y cuando gastan más en infraestructura, los países también necesitan gastar mejor y de manera más inteligente para sacar el máximo provecho del dinero.
Basándose en el trabajo analítico y de desarrollo de capacidades del Fondo, incluidas las Evaluaciones de Gestión de la Inversión Pública (PIMA) realizadas en más de 60 países, nuestro libro proporciona una hoja de ruta para que los países pasen de la «aspiración a la acción» para lograr resultados de infraestructura de calidad y cosechar los plenos dividendos económicos y sociales de la inversión pública.
El libro destaca la base de una sólida gobernanza de la infraestructura e incluye prácticas innovadoras en áreas clave.
Damos ejemplos sobre cómo controlar la corrupción en proyectos de infraestructura, cómo mitigar y gestionar los riesgos fiscales, integrar la planificación y la presupuestación, y adoptar prácticas sólidas al inicio del ciclo de inversión pública, así como durante la evaluación y selección de proyectos, un área en la que muchos los países tienden a quedarse cortos.
Chile, por ejemplo, ha desarrollado un sistema integral de gobernanza de infraestructura que ha generado ahorros de costos. Y en Corea, una ventanilla única nacional para la contratación pública ha traído mejoras en la transparencia y la integridad del sistema de contratación pública.
El libro también cubre áreas emergentes en la gobernanza de la infraestructura, como la importancia de mantener y administrar los activos de infraestructura pública y desarrollar la resiliencia contra el cambio climático.
Sudáfrica, por ejemplo, ha establecido pautas y estándares para el mantenimiento de la infraestructura pública a fin de evitar el deterioro del valor de los bienes públicos como carreteras y puentes.
El libro subraya cómo las instituciones de gobernanza de la infraestructura tienden a verse mejor en el papel que en la práctica.
Esto apunta a la importancia de no solo tener marcos bien diseñados, sino también enfocarse en qué tan bien funcionan en la práctica.
El mensaje general es simple: los países pueden acabar con el desperdicio de la inversión pública y crear infraestructura de calidad con acciones específicas para mejorar la gobernanza de la infraestructura.
Para reconstruir las economías tras la pandemia de COVID-19, esto será más importante que nunca.
El Monitor Fiscal de octubre de 2020 incluirá más análisis del FMI y asesoramiento sobre políticas sobre cómo los países pueden invertir mejor en infraestructura para construir una economía sostenible y una recuperación.