El presidente hizo anoche una exhortación directa a sus votantes blancos, acusando a quienes se han manifestado a favor del fin del racismo de «campaña despiadada para borrar» la historia del país.
Al pie del famoso monte con los rostros de cuatro exmandatarios tallados y en vísperas del Día de la Independencia, el presidente estadounidense, Donald Trump, hizo anoche una exhortación directa a sus votantes blancos a cuatro meses de las elecciones, acusando a quienes se han manifestado a favor del fin del racismo de «campaña despiadada para borrar» la historia del país.
Con la nación desbordada por el coronavirus, el acto en el Monte Rushmore para inaugurar las celebraciones por el Día de la Independencia congregó a una multitud que no guardó la distancia social y en la que abundaban las personas con barbijo, una protección esencial contra el virus que el propio mandatario se ha resistido a usar en público pese a recomendaciones de su Gobierno.
«El Monte Rushmore será para siempre un tributo eterno a nuestros antepasados y nuestra libertad», dijo Trump desde una tarima decorada con banderas estadounidenses, en un discurso en que condenó los ataques por parte de manifestantes antirracistas a estatuas de todo el país en honor a personas que se beneficiaron con el tráfico de esclavos, incluyendo presidentes.
«Este monumento nunca será profanado. Estos héroes nunca serán desfigurados. Su legado nunca, nunca será destruido», puntualizó, mientras los asistentes aplaudían y cantaban «USA, USA».
En días pasados, Trump ha criticado la remoción de estatuas o símbolos confederados en medio de las protestas raciales que se han propagado por el país tras la muerte de George Floyd a manos de un policía blanco en mayo pasado en la ciudad de Minneapolis.
«Nuestra nación está siendo testigo de una campaña despiadada para borrar nuestra historia, difamar a nuestros héroes, borrar nuestros valores y adoctrinar a nuestros hijos», alertó, citado por la agencia de noticias EFE.
EL gobernante denunció la que calificó como una «revolución cultural de izquierda» y advirtió que «está diseñada para derrocar a la revolución estadounidense».
«Al hacerlo, destruirían la misma civilización que rescató a miles de millones de la pobreza, la enfermedad, la violencia y el hambre, y que llevó a la humanidad a nuevas alturas de logros, descubrimientos y progresos», comentó el presidente, al tiempo que apuntó que «están decididos a derribar cada estatua, símbolo y recuerdo de nuestro patrimonio».
Según el líder estadounidense, que en las elecciones de noviembre próximo buscará su reelección, el objetivo de los manifestantes es «acabar con Estados Unidos».
«Las turbas enojadas están tratando de derribar las estatuas de nuestros fundadores, desfigurar nuestros monumentos más sagrados y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades», se quejó.
El acto se realizó en la famosa ladera de Dakota del Sur donde están esculpidos los rostros de los expresidentes George Washington (1789-1797), Thomas Jefferson (1801-1809), Abraham Lincoln (1861-1865) y Theodore Roosevelt (1901-1909).
El monumento se convirtió en escenario de una ceremonia que tiene lugar cuando Estados Unidos vive un proceso de reflexión sobre el historial racista de muchos de los estadistas y generales homenajeados en monumentos y estatuas.
Grupos de personas, entre ellas nativos americanos, protestaron por la llegada de Trump e intentaron bloquear con vehículos la vía hacia el monte, pero fueron retirados por la Policía.
El acto, al que asistieron miles de personas, se desarrolló sin las reglas de distanciamiento social recomendadas por las autoridades sanitarias. Además, pocos asistentes usaban cobertor facial.