Dámaso Larraburu, participe directo de la creación de la Ley de Puertos. Valoró la sanción de la Ley 24.093, que luego fue copiada por varios países de Latinoamérica.
Con el propósito de obtener la consecución del principio de descentralización política y administrativa de los puertos, y aumentar la eficiencia operativa de todo el sector portuario para lograr una disminución de los costos en general y una mayor agilidad en la operación integrada del transporte, en junio de 1992 fue sancionada la Ley de Puertos (24.093).
La misma tuvo por finalidad descentralizar a una empresa estatal monopólica como la Administración General de Puertos Sociedad del Estado y uno de los actores principales, para que la sanción tuviera éxito, fue el actual Director del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Dámaso Larraburu, quien por entonces se desempeñaba como presidente de la comisión de Transportes.
Larraburu dio el puntapié final a un trabajo que tuvo varias etapas y donde resultaba difícil vislumbrar una solución.
«En realidad fue la síntesis de un gran trabajo de conjunto de sectores privados y públicos, donde se llegó al consenso para que las políticas de estado se impusieran. Resultó determinante lo realizado por el parlamento, aprobando un nuevo modelo portuario. Se trabajó para iniciar y concretar una verdadera revolución en el sistema portuario», expresó Dámaso Larraburu.
«No hubo banderas políticas. Trabajaron con mucho esfuerzo el senador Juan Trilla, por entonces representando al radicalismo en el Senado; y tuvieron una importantísima participación Victorio Bisciotti, diputado nacional radical de Necochea; el liberal Ignacio García Cuerva y un peronista como yo. Trabajamos a brazo partido con todos los sectores del quehacer portuario y se alumbró una ley precisa, que en apenas 25 artículos le generó un cambio total al régimen portuario argentino», afirmó Larraburu.
–¿La ley sirvió para dar vuelta al modelo portuario argentino?
–Sí. El modelo portuario argentino era un modelo de puertos sucios, caros, no competitivos, obsoletos, con falta de logística, de seguridad, de capacidad de almacenamiento e inversión. El sistema era un lugar donde la Nación buscaba rentas; lejos de ser un vehículo para el crecimiento del comercio exterior y para generar riquezas.
«Era un caja más del estado sin que se supiera cuál era el destino. Estábamos en uno de los peores momentos de la vida portuaria».
–Lograron revertir la situación.
–El devolverle en forma gratuita los puertos a las provincias, que el estado nacional desaparezca como propietario, administrador y operador de esas terminales, generó un efecto contrario. Se pasó a una explosión de inversiones, sostenido crecimiento del comercio exterior y se generó, desde un cambio jurídico, una legislación que ha sido modelo no sólo en el país. La Ley de Puertos es un modelo de legislación.
–Una Ley que transformó, en cierta forma, el modelo económico del país.
–No creo que haya, desde que se instauró la democracia, una Ley que haya beneficiado concretamente a la Argentina como la Ley Nacional de Puerto. Pero, además, significó, en 1992, un adelanto respecto de los puertos del mundo de origen latino, tanto europeos como americanos que aún no habían abandonado la tutela estatal en sus muelles. A partir de este cambio se despertó una admiración de muchos sectores que empezaron a copiarla. Esto le produjo al país enormes beneficios en la economía. Un dato concreto es el crecimiento sostenido del comercio exterior desde 1993 hasta la fecha, empezando por la inversión y las construcciones portuarias.
–¿Lo sorprendió el despegue que tuvo el puerto bahiense en los últimos años?
–Escuchaba decir de muchos inversores que si la Argentina tenía una ley sencilla, práctica y con un marco de seguridad jurídica, la vida portuaria del país iba a explotar en cuanto a desarrollo. Cuando en el laboratorio generamos la ley teníamos el deseo de que así fuera; no obstante queríamos verla caminar. Realmente el marco de seguridad jurídica nos permitió tener una gran evolución en inversiones que beneficiaron a la mayoría de los puertos argentinos, pero, fundamentalmente, a aquellos puertos mayores, entre ellos el de Bahía Blanca.
–Encima, Bahía se constituyó en el primer puerto autónomo del país.
–No sólo fue el primer puerto autónomo, sino que nuestro modelo de autonomía, que también fue un modelo de consenso y de mucho trabajo, también sirvió para otros puertos del país. Bahía es un ejemplo de puerto en constante desarrollo y crecimiento.
–¿Por qué tuvo éxito el citado modelo?
–Pasados 15 años del modelo privatizador de los ’90 vemos cómo la Ley de Puertos fue distinta al resto de las privatizaciones por algo fundamental: el verdadero mecanismo de control lo llevan a cabo todos los sectores involucrados. Y eso convirtió al modelo en un éxito total.
–Usted también brinda su apoyo para la autonomía de Puerto Rosales.
–Es porque creo en las autonomías. La razón me las dan los resultados; aliento a la autonomía de Puerto Rosales, mas allá de ser un puerto sin la potencialidad o infraestructura del puerto bahiense. No obstante, hay que bregar por la autonomía de Puerto Rosales, lo dije en su momento y lo sigo sosteniendo.
Los quince años resumidos por el político bahiense
Dámaso Larraburu elaboró, en un resumen que dio a conocer con motivo de los 15 años de la Ley de Puertos, los puntos más importantes que empezaron a transformar el modelo económico del país a partir de la puesta en funcionamiento de la misma.
Esto dijo:
–«Buscamos, en aquellos años, una ley que nos diera competencia».
–«Trabajamos, por entonces, para que el país deje de ser abanderado de puertos sucios y caros devolviendo en forma gratuita los puertos a las provincias».
–«Se logró hacer desaparecer al estado como propietario, administrador y operador de esas terminales».
–«Se creó la figura de los puertos industriales, particulares, de propiedad y de uso privado-comercial; además de la posibilidad de fraccionamiento en unidades especializadas».
–«Se alentó la competencia entre puertos y dentro de ellos se produjo una explosión de inversiones; explicando así el sostenido crecimiento del comercio exterior argentino».
–«Ha sido, sin duda, el más exitoso cambio de la Argentina dentro del ámbito jurídico, si en su momento significó un adelanto respecto de todos los puertos de todo el mundo de origen latino, tanto europeos como americanos que aún no habían abandonado la tutela estatal en sus muelles».
–«Esta definición de una nueva legislación fue el resultado de un gran esfuerzo en conjunto, donde se incluyen a los sectores legislativos de todos los partidos políticos que en aquel momento estaban representados en el parlamento argentino y a todos los sectores privados vinculados al quehacer portuario». (LA NUEVA PROVINCIA)