Por Horacio Castelli
La quema del parador Kem-Kem, en la localidad de Quequén, reaviva una discusión que nunca se ha desplegado totalmente.
Las concesiones, son un tema recurrente, pero nunca se discute en profundidad y quedan cabos sueltos, por donde se producen perjuicios para el Municipio.
Sería importante, establecer primero, que política de concesiones queremos y a partir de allí, formular un proyecto integral.
La discusión planteada en el seno del Concejo Deliberante, en la última sesión y en reuniones de comisiones previamente, por una concesión en la avenida 10, demuestra que todo se realiza espasmódicamente.
Poner un lugar público en concesión para que se construya un restaurante, una heladería o cualquier otro comercio no es razonable.
Primero, porque para ese tipo de instalaciones comerciales existen espacios privados en la ciudad; y una vez terminada la concesión, ¿La Municipalidad va a vender helados y administrar un restaurant?
Las concesiones deben ser orientadas a brindar servicios que no existen en la ciudad, que no compitan de forma desleal y que una vez culminada la concesión sea un activo para el estado municipal.
Por eso insisto en que se debe dar una política de estado con respecto a qué tipo de concesiones queremos para el distrito, dentro de un proyecto general de turismo, que hoy no existe.
Los emprendimientos deben ofrecer servicios inexistentes, como por ejemplo en su momento el tren del Parque.
Hay que convocar a empresarios que estén interesados en ofrecer servicios y entretenimientos turísticos que no existan.
La reformulación del Lago de los Cisnes, es un echo importante, aunque si en ese emprendimiento se construyera un sector de alojamiento, ya estamos sumando servicios que existen en sectores privados usufructuando espacios públicos.
Hay que evitar entregar espacios públicos para emprendimientos que deben ofrecerse desde el sector privado.
Es hora de discutir la política de concesiones turísticas.