Desde la Corriente Política de Izquierda repudiamos las declaraciones del presidente del lunes, orientadas al rechazo del veredicto del voto popular y al reemplazo del principio de la soberanía popular por el de supremacía de “los mercados”, difusa entidad cuyas orientaciones y deseos no podrían ser contrariados, ni siquiera matizados.
Para ese enfoque la existencia misma de la sociedad se ve amenazada si no se siguen los mandatos del gran capital. «Esto es sólo una muestra de lo que puede pasar. El mundo ve esto como el fin de la Argentina», expresó Mauricio Macri.
Aquello que es “sólo una muestra” es la violenta devaluación del dólar, con la perspectiva de alta inflación y pérdida de poder adquisitivo que esa situación ya está acarreando.
Está claro: La interlocución del actual presidente es con el gran capital, no con los ciudadanos. Éstos deben abstenerse de manifestar la menor discrepancia o interferencia con los deseos de los grandes empresarios. Y resignarse a que los dueños del capital trasnacional y local dispongan el despojo sobre sus ingresos y condiciones de vida y dictaminen quien puede gobernar y quien no.
En la misma línea, el candidato a vicepresidente llegó a decir “esta elección no sucedió”. Las PASO, prescriptas por la legalidad que teóricamente respetan, serían algo peor que nulas, directamente inexistentes. “El voto no vale nada, si no es por el capital”, podría parafrasearse. Todo lo demás es “populismo” inadmisible, y “dar la espalda al mundo”, un “mundo” que se remite a Wall Street, los organismos financieros internacionales, el gobierno norteamericano y demás componentes del poder económico a escala mundial.
La transparente extorsión es que habría que corregir el veredicto electoral en octubre, so pena de desatar un “diluvio” instaurado y manejado por los dueños del planeta y sus socios locales.
Lo concreto es que el pronunciamiento popular expresado en el amplio triunfo de la oposición va en sentido contrario a la legitimidad de las políticas del gobierno. Desde el poder político se intenta invertir los términos, y quitarle valor al pronunciamiento expresado por el voto mayoritario. E inspirar miedo a un probable acceso al gobierno de la fórmula de los Fernández, en un intento desesperado de influir en el resultado de la futura elección.
Es necesario apreciar el alcance de la rotunda derrota del gobierno. Tiene un fuerte componente de rechazo a las políticas de ajuste, con su correlato de deterioro de salarios
y nivel de vida, precarización o pérdida del empleo, suba escandalosa de las tarifas, empeoramiento de la situación de los jubilados, deterioro de la educación y salud, etc. Se dirá que todo eso va acompañado de ilusiones acerca de que FF puede hacer una política opuesta, cuando todo apunta a garantizar «sensatez» («nunca fuimos locos gobernando», A. Fernández dixit) y a “corregir” las políticas más disruptivas del kirchnerismo. Eso no invalida el sentido del sufragio mayoritario. Y no quita que en el futuro será necesario enfrentar a la “sensatez”. Pero hoy cabe la alerta ante el intento de imponer la extorsión y los condicionamientos sobre la manifestación de la voluntad popular.
Macri no está solo en esto, en la región y en el mundo sonaron las alarmas. Los dichos de Jair Bolsonaro, con repetidas profecías de que una hecatombe se cierne sobre nuestro país si vuelve “la izquierda” es sólo el exponente extremo de una tendencia más amplia. No faltaron expresiones por parte de medios y periodistas extranjeros acerca del supuesto “suicidio” de Argentina, o divagaciones sobre la “pulsión de muerte” que albergaría nuestra sociedad. No hay que reducir nada de esto a mero delirio; todos apuntan a imponer un disciplinamiento, a extender la creencia de que no puede hacerse nada distinto a ratificar lo existente, a gusto y placer del poder económico, cultural y comunicacional establecido.
Ese propósito disciplinador no se circunscribe a Argentina, se extiende a toda la región. Todo lo que pueda contrariar la noción de un imparable y generalizado giro a la derecha en América Latina los llena de furia.
Nada de lo antedicho se altera por el vuelco “autocrítico” y las medidas de “alivio” que el presidente anunció el miércoles por la mañana. Los supuestos paliativos están destinados a ser devorados por el pico inflacionario ya en curso, incluso antes de aplicarse. La “autocrítica” es una simulación escenificada después de haber mostrado su verdadero sentir y pensamiento el día lunes. La situación social que se avecina es muy grave y puede entrelazarse con el propósito de sofocar la voluntad popular de una manera o de otra.
El desafío para los trabajadores y los pobres está lanzado, el renovado ataque a sus derechos y a sus condiciones de vida se encuentra en marcha. No hay margen para esperar hasta la elección de primera vuelta, mucho menos hasta el diez de diciembre. Nos hallamos ante una perspectiva de luchas, de frenar con movilización un empeoramiento acelerado de los padecimientos colectivos. Y el desafío de defender en las calles el respeto al veredicto popular ante cualquier acción que amenace condicionarlo o falsearlo.
Corriente Política de Izquierda
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