La actual decisión unánime del Directorio del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén, encabezado por su Presidente, Arturo Rojas, de construir un nuevo puente vial portuario sorprendió a propios y ajenos.
Reavivando incluso la incredulidad de un sector de la ciudadanía, que recuerda los numerosos anuncios de los últimos cuarenta años desde la caída del ex Puente Ezcurra el 29 de abril de 1980.
Ahora, si alguna de las propuestas técnicas presentadas resulta viable, el nuevo puente pasará a la posteridad como la primera obra pública, cuya importancia traspasa el ámbito exclusivamente portuario, financiada por el sector privado en su totalidad.
Desde la fundación de los partidos de Lobería y Necochea, en 1839 y 1865 respectivamente, la comunicación de ambas márgenes del río Quequén Grande ocupó un lugar clave en la cotidianeidad de los dirigentes, productores y comerciantes de nuestra región.
Hacia 1884, el desarrollo económico, impulsado por las actividades ganaderas y agrícolas, fomentó la necesidad de gestionar la construcción de un puente bajo el precepto de que “(…) esta obra daría no sólo gran impulso al Partido, sino una gran facilidad para las comunicaciones comerciales con los de Lobería, Balcarce, etc., que en la estación lluviosa son dificultadas por las crecientes del río.”
La solicitud presentada ante el Dr. Jorge Faustino, Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, contaba con las firmas de Ángel I. Murga, Presidente de la Corporación Municipal; Nicanor Duarte y Juan Leiva entre otros destacados dirigentes locales.
Aquel intento, aunque no resultó exitoso en el corto plazo, sentó un importante precedente.
Por entonces, las ciudades de Necochea y Quequén contaban con una conexión ferroviaria desde 1894, pero los intentos por darle forma al primer puente automotor naufragaron a causa de la inundación registrada en 1915.
Casi una década después, un puente carretero del puerto –a principios de 1924-, ubicado sobre la continuidad de la actual avenida 10 y la calle Juncal, fue construido con los elementos que le dieron forma a un antiguo puente ferroviario ubicado sobre el actual muelle 1 –margen Quequén- y la avenida 2.
Erigido por la empresa francesa “Societé des Grands Travaux de Marseille”, el puente ferroviario acortaba el trayecto entre el obrador utilizado para la producción de los bloques destinados a las escolleras –frente al actual Hotel “Quequén”- y el comienzo de la escollera de la margen Necochea.
Además, con un tramo giratorio de 12 metros, se garantizó la continuidad de la operatoria en las instalaciones construidas por la firma “Abasolo y Compañía” (a finales del siglo XIX) sobre las inmediaciones de los actuales muelles 7, 8, 9 y 10 de la margen de Necochea.
Finalizado su uso específico, en marzo de 1922, el Ing. Juan Carlos Erramuspe, Jefe de Obras de Puerto Quequén, dio inicio a las tareas para su desarme y posterior reubicación aguas arriba del río Quequén. Debido a su exiguo tamaño, su emplazamiento demandó la construcción de un tramo de hormigón para cubrir la extensión entre márgenes.
Este puente ofició como la principal vía de comunicación entre las dos márgenes del puerto al mismo tiempo que fomentó el desarrollo turístico y comercial de Necochea y Quequén gracias a la fluidez proporcionada a locales y visitantes durante el período comprendido por los años 1924 y 1969.
Solo cinco años más tarde, en julio de 1929, el puente colgante “Hipólito Yrigoyen”, inaugurado unos meses antes del derrocamiento al Presidente homenajeado, irrumpió, de manera monumental, sobre el desolado paisaje pampeano de nuestra región.
Sin embargo, los cambios operados en el desarrollo comercial de Puerto Quequén, como así también en la industria automotriz, determinaron la necesidad de sustituir el primitivo puente diseñado en los albores del siglo XX en las inmediaciones portuarias.
Las primeras gestiones fueron realizadas a principios de los años 50, nuevamente con motivo de la Escollera Sur, pero ahora para la extensión desde los 850 hasta los 1260 metros.
Con las obras finalizadas, el puente ferroviario -conexión para las tareas entre 1948-1952- se transformó en la posible locación para la construcción del primer puente ferroautomotor de la región.
En ese contexto, el Ing. González Lelong –entonces máxima autoridad de Puerto Quequén- decidió reflotar un viejo y anhelado proyecto de su autoría.
En el marco de la elaboración del “Plan de Obras de Puerto Quequén” presentado en 1938, González Lelong disponía la construcción del nuevo puente sobre la continuidad de la avenida 542 (“de las Torres”) de Quequén y la calle 16, Necochea.
Pero las demoras burocráticas generadas por los sucesivos golpes de Estado ocurridos en 1943 y 1955, junto a las dificultades impuestas durante la realización de las expropiaciones correspondientes, determinaron el ocaso de un proyecto que quedó en los planos.
De esta forma, la construcción del puente “Ignacio Ezcurra” –homenaje al periodista argentino que perdió su vida en la guerra de Vietnam- tomó forma como resultado de la ambiciosa propuesta elaborada por Gonzáles Lelong y la existencia de un puente ferroviario sobre cuya estructura resultaba posible incorporar un puente automotor.
Las gestiones fueron iniciadas a principios de los 60 por el diputado Bilbao, finalizando en 1969 con el comienzo de las obras. Sobre su corta historia se puede decir: inaugurado en 1972, la estructura no resistió la embestida provocada por la inundación ocurrida entre finales de abril y principios de mayo de 1980.
Si bien la presente reseña no da cuenta de la totalidad de proyectos y puentes efectivamente construidos, quizás sirva para comprender la magnitud de la obra de un nuevo puente vial portuario, aprobada por unanimidad por el Directorio del Consorcio de Gestión de Puerto Quequén, y actualmente en proceso de evaluación de proyectos mediante Licitación Pública Abreviada.