El Gobierno francés comienza una semana decisiva para poner fin a la crisis de los chalecos amarillos y quiere aplicar cuanto antes las medidas sociales anunciadas por Emmanuel Macron.
Pero saldrán caras. Según el primer ministro, Édouard Philippe, estas medidas tendrán un coste de 10.000 millones de euros y harán que el déficit para el año que viene suba al 3,2% del PIB, dos décimas por encima del límite establecido por la UE.
Entre los éxitos de los chalecos amarillos se cuentan el haber conseguido el aumento de cien euros en el salario mínimo, rebajas fiscales en horas extra y el debate nacional sobre la instauración del referéndum de iniciativa ciudadana.
Pero tras un mes de protestas, en las rotondas, los chalecos amarillos temen ser retirados a la fuerza en las próximas horas. Algunos han informado que les han ordenado quitar sus campamentos del espacio público antes del miércoles.
El movimiento podría estar perdiendo fuerza, ya que la participación de manifestantes se redujo de forma significativa este sábado. En la quinta semana consecutiva de protestas se pasó, según datos de las autoridades, de 136.000 a 66.000 personas, en todo el país.
También se redujo el número de detenidos y de heridos.