Por Estefanía González*
Los países que integran la Comisión del Océano Antártico (CCRVMA) tuvieron en estos días la oportunidad histórica de votar la creación de un santuario para proteger a nuestra querida Antártida, nuestros pingüinos, nuestras focas y nuestras ballenas. Pero la desaprovecharon. Por eso, debemos seguir trabajando para que el santuario sea realidad.
Aunque 22 gobiernos estaban a favor (incluido Argentina), países con fuertes intereses industriales como China, Noruega y Rusia frenaron las negociaciones. Ahora, los animales de la Antártida siguen amenazados por la pesca industrial de krill (que les quita su alimento), la contaminación y el cambio climático.
Con el esfuerzo de 2.7 millones de personas en el mundo ya logramos convencer al 85% de la industrial del krill para que se comprometa a no tocar las aguas cercanas a las colonias de pingüinos. Presionaron cientos de activistas e incluso celebridades internacionales que reclamaron sin descanso. Necesitamos más.
Esto es apenas el comienzo. En solo 10 meses viajamos a la Antártida, investigamos en el fondo del océano y allí descubrimos ecosistemas vulnerables (¡que la Comisión acordó proteger!), pusimos el cuerpo enfrentando a barcos pesqueros en el frío antártico y realizamos acciones en todo el mundo.
Cada una de estas actividades tuvo un costo elevado. Pero más grande aun sería el costo a pagar por las especies si dejamos que los barcos pesqueros todavía sigan sacándoles su alimento.
Sin esta campaña el Santuario ni siquiera se hubiera discutido este mes y los gobiernos recibieron nuestros reclamos. Pusimos todo nuestro corazón y todos nuestros recursos para mostrar al mundo que era urgente proteger nuestra Antártida y eso nos llena de orgullo. Dimos un paso enorme y necesitamos seguir el camino.
*Campaña de Océanos
