El asesinato del saudita Jamal Khashoggi, «estrangulado» y «descuartizado» en el consulado de su país en Turquía, recuerda, la víspera de una jornada mundial contra estos crímenes, que todavía es posible matar a periodistas con total impunidad.
Estos últimos años, en condiciones igual de salvajes, el periodista Mohamed al Absi fue envenenado en Yemen, los mexicanos Miroslava Breach y Javier Valdez murieron en 2017 a balazos en México, al igual que Ján Kuciak y su prometida en Eslovaquia.
Desde 2006, la UNESCO condenó los asesinatos de 1.010 periodistas y profesionales de los medios de comunicación. Pero nueve de cada diez casos nunca fueron juzgados, según un informe publicado el jueves.
La agencia de la ONU decretó el 2 noviembre «Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas», en homenaje a los franceses muertos el 2 de noviembre de 2013 en Malí, Ghislaine Dupont y Claude Verlon.
«La lucha contra la impunidad forma parte integrante de la libertad de expresión, de la libertad de prensa y del acceso a la información. Atacar a un periodista es lo mismo que atacar a toda la sociedad», declaró a la AFP la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay.
El jueves por la noche, la Torre Eiffel de París se apagó simbólicamente durante un minuto de silencio por los periodistas asesinados, en una iniciativa de Reporteros Sin Fronteras (RSF). «Jamal Khashoggi fue asesinado porque quería escribir y hablar con libertad», declaró en el lugar Fabiola Badawi, excompañera del periodista.
Su asesinato, pero también los de Anna Politkovskaïa en 2006 en Moscú y el de Marie Colvin en 2012 en Siria «ponen en cuestión directamente a los Estados, sus diplomacias, sus policías, sus servicios secretos y sus justicias», señala la asociación de amigos de Ghislaine Dupont y Claude Verlon en una tribuna publicada en el diario francés Libération.
-«La verdad nunca muere»-
Entre el 1 de enero y finales de octubre de 2018, la UNESCO censó el asesinato de 86 periodistas.
Si bien los enviados especiales mueren a veces en zonas de guerra, los periodistas locales que investigan sobre corrupción, delincuencia y política cuentan con el mayor número de víctimas. Representan el 90% de los reporteros asesinados, según la UNESCO.
Las mujeres en la profesión son además un blanco particular, víctimas de acoso sexual y abusos a través de internet.
Para que el asesinato de periodistas sea «contraproductivo», la oenegé Forbidden Stories promete «continuar las investigaciones de los reporteros asesinados» y darles una resonancia internacional.
La UNESCO lanzó igualmente una campaña en este sentido, llamada #TruthNeverDies («La verdad nunca muere»), para animar a publicar artículos redactados por o en homenaje a periodistas asesinados en el ejercicio de su profesión.
Según RSF, Siria es el país más mortífero del mundo para los informadores, seguido de México, el país en paz más peligroso.