Por el Dr. Héctor Garín, secretario General de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada
El siglo XXI está destinado a ser llamado el siglo de la revolución tecnológica, y en este contexto, tomó gran relevancia una nueva modalidad de atención médica: la telemedicina. Esto permite que la relación médico-paciente cobre un nuevo sentido espacio-temporal, lo que ha modificado completamente las condiciones laborales de manera negativa. Los profesionales toman una posición de “telefonistas” encargados de recibir los llamados de los pacientes y de ofrecerles una solución vía telefónica o por videoconferencia.
Frente a este escenario, es el paciente quien debe decidir si está de acuerdo o no con este tipo de consulta médica, y lo cierto es que entre un 60-70 % lo acepta y lo prefiere, más allá de no tener conocimientos científicos para realizar esta evaluación.
Es necesario aclarar que ni la AMAP como entidad sindical ni los médicos de forma individual nos oponemos a los avances tecnológicos de la medicina ni a los adelantos comunicacionales de la salud, los cuales permiten facilitar la atención de personas que están en situación de desprotección sanitaria o llegar a lugares a los que no se puede acceder habitualmente. Sin embargo, nos parece necesario remarcar que no compartimos lo que sucede hoy con algunas empresas de salud que propician y abonan la telemedicina.
Un claro ejemplo es la prepaga Osde que se encuentra alejada de un objetivo saludable para con sus profesionales y tiene como único fin incrementar los beneficios económicos. A los afiliados que realizaban atención domiciliaria se les abonaba $490 por cada consulta, para las que utilizaban sus propios vehículos para trasladarse. Luego, la empresa decidió proveer vehículos para transportar a los colegas y con ese pretexto redujeron el pago a $350 por cada visita. Además, a la imposición de guardias on-line de 12 horas, ahora se suma la exigencia de atender no menos de cuatro consultas telefónicas por hora. Todo por un valor de $450 la hora y sin relación de dependencia.
Durante muchos años las prepagas planteaban que había que priorizar la relación médico-paciente porque era lo más importante en la atención médica. Sin embargo, hoy entre sus argumentos, Osde señala que los profesionales podrán responder todas las consultas desde la comodidad de su casa y como si este primer argumento no fuera de por si desopilante, suman uno aún más insólito: esta nueva forma de atención también favorece al paciente porque le evita el sentimiento de culpa por pedirle al médico que se acerque a su domicilio.
Acá está la clave de la ganancia maximizada de las empresas que utilizan esta metodología con este fin; es decir con lo que antes le pagaban al médico por una atención personal y adecuada, ahora le abonarán cuatro teleconsultas. La salud nunca debería pensarse como un negocio, sino como un derecho a la vida.
Tomar cartas en el asunto
Es por esto que la AMAP presentará la denuncia ante el Ministerio de Salud y también frente al Ministerio de Trabajo como también haremos presentaciones a la Policía del Trabajo; las sociedades científicas, la Asociación Médica Argentina; la Facultad de Medicina; y en todos los ámbitos donde creemos que se registra preocupación por esta grave situación. Entendemos que Osde no es el único prestador que implementa esta metodología de atención médica, sino también lo hacen Omint, Medicus y Swiss Medical.
La asociación se ha puesto en contacto con representantes de las cámaras empresarias, quienes manifestaron su disconformidad con estas resoluciones y se comprometieron a convocar una reunión entre las empresas que las integran y la Asociación Civil de la Telemedicina de la República Argentina (ACTRA), a la que pertenecen empresas en su mayoría agrupadas en la Confederación de Argentina de Clínicas, Sanatorios y Hospitales (Confeclisa).
¿Quién gana? Las empresas de salud, que reducen costos y multiplican ingresos económicos.
¿Quién pierde? El médico al que se le pagan por cuatro consultas, lo mismo que se le abonaba por una, y que además ve despreciada su labor asistencial, por eso decimos con firmeza que esto es una alerta roja para que todos los médicos hagan valer su trabajo. También, pierde el paciente que ya no recibe una atención médica adecuada y no cuenta con la presencia contenedora del profesional.