Por Horacio Castelli
Días pasados en este mismo sitio informábamos sobre el fastuoso gasto en armamentos que se está produciendo en el mundo en este momento, mientras existen multitudes incalculables de humanos de todas las edades que mueren de hambre.
La crónica indicaba que «El mundo gasta cada vez más en armas y ejércitos, alcanzando el nivel más alto desde el final de la Guerra Fría, según el último informe del Instituto Internacional de Estocolmo para las Investigaciones sobre la Paz (SIPRI).
En 2017 los gastos militares globales crecieron 1,1 por ciento respecto del año precedente, estableciéndose en una cifra mundial récord de 1,7 billones de dólares, equivalente al 2,2 por ciento del PIB mundial.»
El 11% de la población mundial padece hambre. Esto significa que 815 millones de personas no han tenido acceso a una alimentación adecuada en 2016, unos 38 millones más que el año anterior. El dato emerge del último informe sobre seguridad alimentaria y nutrición de la FAO, la agencia de la ONU que se ocupa de la alimentación y la agricultura, presentado este viernes.
Erradicar el hambre de forma sostenible para 2030 requerirá unos 267.000 millones de dólares anuales más de media para inversiones en zonas rurales y urbanas y en protección social, según un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que se presentó en Roma (Italia) el 13 de julio del 2015.
Hace tres años que están las cífras bien claras del dinero que se necesita para disminuir drásticamente el hambre en el mundo, y sin embargo se gasta cifras muy superiores en armamento.
No existe hoy, el conflicto con Corea del Norte y están tras la búsqueda de romper un acuerdo antinuclear con Irán para promover un conflicto armado que justifique las compras realizadas.
Mientras se buscan nuevas tecnologías para incrementar la producción de alimentos, estos no llegan jamás a los sectores que más lo necesitan, no existen políticas claras de protección de los sectores más vulnerbales.
Además, con las constantes guerras y conflictos se producen las migraciones y expulsiones de habitantes que culminan en asentamientos donde la desesperanza y el hambre son moneda corriente.
El gasto en armamento aumenta y el hambre también, cada vez menos poseen más dinero. Cada vez más personas, tienen menos recursos. La inequidad es cada vez más notable.
Después de millones de años de «progresar» como humanos, estamos cada vez más lejos del instinto animal. No preservamos nuestra especie.