Por un decreto presidencial, el control de la seguridad del estado de Rio de Janeiro fue entregado a los militares. El Gobierno se ha visto ahora forzado a disipar cualquier recelo.
Los fantasmas de la dictadura están reavivándose en Brasil a raíz del decreto del presidente Michel Temer de entregar a los militares el control de la seguridad del estado de Rio de Janeiro.
No se puede comparar el operativo de Rio con el golpe que en 1964 dejó al gigante latinoamericano bajo control militar durante más de dos décadas, pero los ecos de esa época negra son tan fuertes que el gobierno se ha visto forzado a disipar cualquier recelo.
«Voy a darle las probabilidades para la hipótesis de un golpe militar: cero», zanjó Temer en una entrevista a Radio Bandeirantes el viernes.
«No hay ningún riesgo para la democracia cuando las decisiones se toman partiendo de la Constitución.
Al contrario, estamos reforzando la democracia», manifestó el ministro de Defensa, Raul Jungmann.
La idea de un «golpe» -político- fue resucitada en los últimos años por la izquierda brasileña para referirse al impeachment que sacó del poder a la izquierdista Dilma Rousseff en 2016, y que entronizó como jefe del Estado a Temer, su vicepresidente.
Rio de Janeiro, AFP-NA.