El tiroteo más sangriento de la historia estadounidense causó hasta ahora 59 muertos y 527 heridos en Las Vegas, donde un hombre de 64 años disparó contra los asistentes a un concierto de música country, antes de abatido por la policía.
El Estado Islámico se atribuyó el hecho por Internet, pero el FBI lo desmintió y aclaró que por el momento no halló vínculos con «una matriz terrorista islámica».
El número de víctimas se elevó a 59, dijo la policía durante una actualización de la situación ante la prensa, para luego agregar que los heridos es de 527 El agresor es Stephen Paddock, un hombre blanco de 64 años que tenía numerosas armas, al menos diez de distintos calibres, en su habitación de hotel y fue abatido por la policía.
Paddock fue enfrentado por los agentes en el piso 32 del Mandala Bay Hotel y Casino, frente del lugar donde se realizaba el concierto «Route 91 Harvest Music Festival».
La policía emitió una orden de allanamiento de su casa en Mesquite, Nevada, a 130 kilómetros de Las Vegas: allí tiene su dirección también Marilou Danley, una mujer asiática buscada y luego localizada por los agentes por ser «persona de interés» en el caso, aunque se determinó que no tuvo que ver con los hechos.
En la vivienda más de una docena de fusiles fueron encontrados y «varios miles de municiones», dijo la policía en una conferencia de prensa.
El número de víctimas, todavía no es definitivo debido a la gravedad de algunos de los heridos, resultó superior al de la masacre del 12 de junio de 2016, cuando Omar Saddiqui Mateen, de 29 años, abrió fuego contra el local gay de Orlando «Pulse», en el que hasta ahora había sido el peor ataque de su tipo en Estados Unidos.
Bastaron nueve interminables segundos para consumar la mayor parte de la terrible tragedia, lo que duró la primera ráfaga, a la que le siguieron otras dos. En total, según los investigadores, descargó cerca de tres cargadores completos de ametralladora sobre el público del concierto.
Así Estados Unidos volvió a recaer en la pesadilla sin fin de los asesinatos masivos, que en la era del presidente Donald Trump habían caído en el olvido.
Ahora se relanza con fuerza inusitada el debate sobre la enorme cantidad de armas de fuego distribuidas entre la población civil.
Al allanar la policía hoy la vivienda de Paddock en Mesquite halló otro verdadero arsenal de guerra para sumar al que el atacante transportó al Mandala Bay: fusiles de asalto, pistolas automáticas, maxicargadores y muchas municiones.
Mientras arreciaba la polémica sobre cómo fue posible para Paddock haber ingresado tantas armas y municiones al resort, seguramente en etapas, Trump definió lo sucedido como «un acto de pura maldad», al tiempo que anunció que el miércoles visitará Las Vegas. En principio los investigadores no privilegiaron posibles lazos con un ataque ligado al terrorismo islámico, pero según Site, el portal que monitorea en la web a los grupos radicalizados, el Estado Islámico se habría adjudicado el hecho.
Algunos medios locales sostuvieron además que Paddock se habría convertido al Islam hace algunos meses, cambiando su nombre por el de Samir al-Hajib. Pero el FBI lo desmintió, afirmando que hasta el momento no surgieron vínculos con el terrorismo y con organizaciones terroristas internacionales. Se trataría de un lobo solitario, cuyos móviles faltan descifrar y del que se sabe poco respecto de su pasado, salvo que era una persona aparentemente tranquila y sin antecedentes.
Algo resulta cierto, la capital mundial de la diversión y los juegos de azar seguramente no volverá a ser la misma.
El domingo a la noche, pasadas las 22 horas locales, en la icónica Las Vegas Village la euforia llegaba hasta el cielo en el cierre del «The Route 91 Harvest Festival», un espectáculo estelar del género Country con tres jornadas de conciertos, a 45 dólares la noche, con miles de fans que pernoctan en sus autos, remolques y bolsas de dormir para no perderse nada.
Muchos de los asistentes más pudientes al evento también se alojaban con verdadera vista panorámica en el Mandala Bay como lo hacía Paddock, aunque desde varios días antes.
Según las primeras reconstrucciones de especialistas, el atacante disparó a un ritmo de diez proyectiles por segundo, gracias a un dispositivo de «gatillo de manivela» que permite disparar hasta 700 balas por minuto.
Una lluvia de fuego arrojada sobre la marea humana que divisaba debajo de él, haciendo imposible escapar, aunque muchos al intentarlo resultaron aplastados víctimas del pánico generalizado.
En el momento de los disparos ocupaba el escenario el músico Jason Aldean, una estrella absoluta del género country, que quedó inmortalizado al arrojarse al piso en busca de refugio.
La escena final resultó sobrecogedora, como cuentan los testigos y las imágenes: cuerpos esparcidos por todos lados en charcos de sangre, botellas plásticas y cientos de objetos caídos en la fuga precipitada, cabellos, calzados sueltos y teléfonos celulares tirados en total desorden.
Al desatarse la cacería sobre los posibles cómplices se centró la atención en Marilou Danley, la pareja de Paddock de su misma edad, que los investigadores determinaron que no estaría involucrada y cooperó con ellos. (ANSA).