Estudian aplicar a los automovilistas un sobreprecio de 50 centavos por litro comercializado por entender que con el actual valor no cubren los costos.
Al estilo de lo que ya hacen los kioscos con el precio de los cigarrillos, las estaciones de servicio también evalúan cobrar un plus por el litro de nafta vendida.
En realidad, estudian reflotar el servicio de playa, implantado 10 años para atravesar la crisis que en ese momento sufrían los locales de expendio de combustibles y como forma de solventar los gastos ante el congelamiento del precio de los combustibles y la suba de costos.
Si bien desde el año pasado, los valores de la nafta y el gasoil se liberaron y ya hubo varias subas, los estacioneros aseguran que esos retoques todavía no permiten sostener la «constante» suba de costos por entender que la inflación sigue por encima de las subas de precios.
Como consecuencia de esta realidad, analizan medidas que les permitan recuperar rentabilidad, entre las cuales está la de restablecer el servicio de playa o adicional por comercialización.
Según el portal especializado, surtidores.com, la posibilidad se discutió durante una reunión llevada a cabo a principios de esta semana por la comisión directiva de la Confederación de Entidades de Hidrocarburos y Afines (Cecha), la entidad que agrupa a la mayoría de los propietarios de estaciones de servicio del país.
Al respecto, Oscar Díaz, secretario de la entidad, admitió a El Cronista que se estudia reimplantar el servicio de playa, aunque todavía no se definió concretamente.
Según el empresario, el principal problema que afecta al sector es el de la pérdida de rentabilidad.
«Se trata de un problema que viene ya de hace años y que no se logró resolver con los últimos aumentos de las naftas porque si bien en 20165 hubo un incremento del 31% en los valores, la inflación terminó siendo del 42%, por lo cual nuestras ganancias se licuaron ante la suba de los costos», graficó Díaz.
Agregó que «para operar una estación de servicio hace falta solventar enormes gastos, en especial el que insumen los empleados, ya que al tener abiertas las estaciones durante las 24 horas debemos emplear a mucha gente».
Según su visión, entre marzo del año pasado y este mes, la nafta subió 25%, lo cual ubica al producto entre uno de los que menos se incrementó. En tanto, la inflación, de acuerdo a su visión, va camino a ser mayor a pesar de las promesas del Gobierno de bajarla al 17%.
Díaz agregó que a partir de abril deberán iniciar las negociaciones paritarias con los gremios con un piso del 20%.
«Ante este escenario, sólo las estaciones que venden más de 600.000 litros anuales pueden sobrevivir», advirtió el empresario, quien calculó que en la actualidad el servicio de playa debería ser de 50 centavos por litro vendido o una suma fija, tal como se usó en 2007, cuando el sobreprecio estuvo vigente.
Ese costo adicional se mantuvo por lo menos durante un año, pero luego varios fallos judiciales dispusieron su caducidad al entender que no tenía ningún sustento legal ni fáctico que lo validase.
Si bien Cecha presentó un recurso de amparo ante la Corte Suprema de la Nación, el pedido fue denegado al señalar los jueces que se trataba de una medida «ilegítima o irrazonable» por tener un sobreprecio decidido unilateralmente «por quienes no tienen facultad de determinar el precio de venta de los combustibles».
Por estos motivos, Díaz advierte que no la vuelta del servicio de playa no es una decisión ya tomada, y agregó que van a esperar al desarrollo de las negociaciones que mantienen con las petroleras, en especial con YPF, hasta abril.
«Si durante ese mes no hay avances, entonces vamos a tener que tomar medidas mas drásticas porque con el actual nivel de rentabilidad del 5% al 8% no podemos sostener el negocio», aseguró.
Un antiguo problema
El problema de rentabilidad que acusan las estaciones de servicio no es nuevo. Es más, durante la era K, cuando el congelamiento de precios fue una constante, se cerraron 3500 bocas de expendio provocando que la oferta de naftas y gasoil se fuera concentrando cada vez más, en especial en manos de los principales jugadores de este negocio.
Según varios relevamientos realizados por las cámaras empresarias del sector, en el 2000 había 7000 estaciones de servicio.
Cuando estalló la crisis del 2002 quedaron 6500, y 13 años después sobreviven 3000. Es decir, durante el gobierno K se cerraron al menos 2500 establecimientos, o lo que es lo mismo, 115 por año u 11 por mes.
En donde funcionaban esos locales, hay edificios o simplemente terrenos baldíos o cerrados.