A un año de su muerte, Umberto Eco sigue estando muy presente en Italia, pese a que el creador de «El nombre de la rosa» era contrario a homenajes o a la realización de eventos centrados en su figura.
Sin embargo, de una u otra manera, y a pesar de su voluntad, los medios -y no sólo- italianos no olvidan a Eco, quien falleció en Milán el 19 de febrero del año pasado.
En las librerías están llegando nuevos libros que hablan, desde diferentes frentes, sobre su polifacética obra.
La RAI está preparando un documental que cuenta con la participación, entre otros, del periodista e historiador Paolo Mieli.
Los libros y la importancia de la lectura son por otra parte los temas clave de «No esperen de liberarse de los libros», de la editorial ‘La nave de Teseo’ una reedición del msmo Eco, mientras que volverá a salir a la venta su última obra («Pape Satan Aleppe»), publicada por la editora ‘I Delfini’.
«Con aires de broma, retratos» es el título por otro lado de un libro de no muchas páginas dedicado a Eco y escrito por su amigo Paolo De Benedetti, teólogo y biblista.
Allí, el editor Mario Andreose cuenta la larga relación -más de 35 años- que mantuvo con Eco, de quien recuerda «su severidad y rigor: tenía la capacidad de superar fronteras y explorar cosas nuevas».
«Umberto había comprendido a lo que iba a llegar la multimedialidad a través de las pantallas, fue el primero en darse cuenta», afirma a su vez Danco Singer, experto en medios de comunicación y creador -junto a Eco- del Festival de la comunicación y de la ‘Encyclomedia», una gran enciclopedia multimedial.
Tullio Pericoli es por otra parte un conocido artista y dibujante italiano que por muchos años trazó el rostro de Eco: «en una ocasión, Eco me mando una carta comentando un dibujo que había hecho sobre él», precisa Pericoli.
«En el texto Eco me agradecía el retrato y contaba que jamás habría podido hacer a su vez algo similar con la escritura: ‘como máximo, lo que yo podría hacer tendría un valor de antigüedad sólo dentro de algunos siglos, digamos -precisaba Eco- después del Apocalipsis».
Paola Fabbri, semiólogo y otro de los grandes amigos de Eco, lo recuerda de la siguiente manera: «Escribía novelas, se las arreglaba con juegos muy complicados, lógicos, o escribía de manera muy rápida términos de Enciclopedia sobre conceptos que son fundamentales. El era capaz de cualquier cosa».(ANSA).