Azotada por las llamas, la región chilena de O’Higgins despertó este sábado con más de 45.000 hectáreas devastadas y dos de sus provincias bajo «estado de catástrofe», en medio del combate nacional a unos incendios forestales considerados los más destructivos en décadas.
Mientras comienzan a llegar recursos adicionales a las brigadas de emergencias en la zona, unas 200 personas fueron evacuadas y una treintena de casas están afectadas en las provincias de Cardenal Caro y Colchagua (O’Higgins), según informó la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi).
«Esto es una especie de terremoto que está ocurriendo en esta región, afecta a una superficie muy extensa de unas 45.000 hectáreas», comentó el ministro de Agricultura, Carlos Furche, que llegó a recorrer la zona, a radio Cooperativa.
La situación dramática de ambas provincias obligó el viernes a la presidenta Michelle Bachelet a decretar el estado de catástrofe para el área.
«Se está haciendo todo lo humanamente posible el presidente (François) Hollande ya está en conversaciones con el ministerio del Interior francés para ver que apoyo puede existir», comentó Bachelet este sábado, tras recorrer junto a su par francés, de visita oficial en Chile, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Pese a la extensión de la zona arrasada, «no hay gran cantidad de damnificados en términos de vivienda, pero si en términos económicos», porque la devastación de los recursos agrícolas en la zona es total, dijo a la AFP Josefina López, funcionaria de Onemi O’Higgins.
Para las comunas de Cauquenes y Vichuquen, en la región del Maule (centro), rige el mismo decreto, que suma a los militares a la lucha contra los siniestros.
Asimismo, la Corporación Nacional Forestal (Conaf) resolvió el viernes solicitar ayuda internacional para combatir las llamas.
«El apoyo externo está centrado en obtener aviones y helicópteros», equipados para ayudar en el combate del fuego, comentó el ministro del Interior, Mario Fernández, pasado el mediodía de este sábado en Santiago.
Más tarde, Bachelet puntualizó que están » en contacto con varios países para que puedan apoyarnos tanto con algún equipamiento, así como también eventualmente con brigadistas».
-Devastador-
Con pequeños pueblos dispersos en un gran territorio, la región de O’Higgins es una zona compleja para el combate de los incendios.
El gobierno también decretó «emergencia agrícola» en las zonas declaradas en estado de catástrofe.
«Es una situación muy dramática, no cabe dudas que el incendio es devastador y sus consecuencias se verán cuando termine de apagarse», comento Furche.
El funcionario aseguró que se dará apoyo a los damnificados y adelantó que «hay muchos pequeños productores que han perdido sus forrajes, parte de su ganado, sus colmenas», casi todo.
-Escenas dantescas-
La ola de calor que afecta a toda la región central de Chile, incluido Santiago, sumada a la sequía que soporta la zona hace varios años, facilita la propagación de las llamas entre quebradas y cerros.
Imágenes de llamas de varios metros de alto y de vecinos combatiendo el fuego con ramas dan forma a las alarmantes escenas reproducidas por los medios locales.
Los parques nacionales ubicados entre las regiones de Coquimbo y Biobío (sur) fueron cerrados para evitar incidentes que propicien el avance de los incendios.
El infierno de las llamas tocó temprano las puertas de Chile y la temporada de incendios se adelantó con varios incendios forestales desatados en noviembre, mientras que el 2 de enero un incendio en la portuaria Valparaíso arrasó con más de 200 viviendas y se saldó con una veintena de heridos.
Mientras, el fin de semana pasado, tres brigadistas murieron y otros tres resultaron heridos de gravedad cuando combatían un incendio en la comuna de Vichuquén (Maule).
En Santiago, la huella de los incendios se deja ver en el aire inundado de humo que se sumó en los últimos días a la polución habitual, en una de las ciudades más contaminadas de América Latina.
Lejos de ser la única región afectada, O’Higgins es centro del infierno de fuego que vive el centro y parte del sur de Chile.
En su último reporte, la Omemi informó de 42 incendios activos, que suman en ocho regiones 90.359 hectáreas de vegetación, 33 incendios controlados (1.024,23 hectáreas) y 11 extinguidos (22,38 hectáreas).
Se trata de números nefastos en una temporada en la que la sequía crónica y las altas temperaturas cooperaron con la expansión de los siniestros. Más del 90% de los casos fue producto de la acción humana.