Por Horacio Castelli
Con el comienzo de cada año, las esperanzas se renuevan y cada uno después de realizar su balance, se promete tratar de no cometer los mismos errores del año anterior.
En nuestra castigada Necochea, ante el comienzo de cada verano renovamos las esperanzas de recuperar los viejos tiempos de bonanza y crecimiento turístico.
Pero claro, para lograr esos objetivos hay que comenzar a trabajar algunos meses antes de cada temporada porque sino, las expectativas no se cumplen.
A diferencia de los que nos proponemos en lo personal cada comienzo de año, como sociedad podemos planificar un mejor futuro si tenemos las ganas de hacerlo y la capacidad para llevarlo a cabo.
Desde hace muchos años no lo hacemos y se nota en la decadencia que hemos sufrido y que continúa en la actualidad, más allá de algunos parches que no sirven.
Los servicios turísticos que debemos ofrecer en cada temporada se siguen deteriorando años tras año.
Muchas veces hemos explicado los motivos que provocan estas situaciones, que atentan contra cualquier crecimiento.
La falta de un proyecto a largo plazo y la responsabilidad de los funcionarios para llevar adelante los trabajos necesarios imposibilitan que los empresarios puedan trabajar con tiempo para concretar las inversiones, que permitan presentar una ciudad organizada para cada temporada.
Está en nosotros que las expectativas se cumplan satisfactoriamente, solo debemos tener en claro qué queremos como sociedad, hacia donde queremos ir y como realizarlo.
Si quienes, en lo particular, se proponen objetivos ante el comienzo de cada año y no lo concretan por desidia, hacia el final solo florecerán las frustraciones.
Es lo que pasa con una sociedad que desea mucho y trabaja poco.
Los objetivos no se cumplen y las frustraciones se suman. Necochea supo ser el segundo destino turístico de los argentinos en los veranos en la década de los ’70 y finales de los ’60.
Luego, no supimos contrarrestar la fundación de balnearios más cercanos a Capital Federal y nos dejamos sumir en la frustración y comenzamos a echarle la culpa a todo lo que se nos ocurriera, como motivos de nuestro descenso en el ranking de ciudades más visitadas.
La verdad es que los empresarios que habían ganado mucho dinero en los años dorados no quisieron invertir y decidieron intentar vivir todo el año con lo que ganaban durante 60 días.
Si queremos que las expectativas que tenemos ante el comienzo de cada temporada de verano se concreten positivamente debemos trabajar todo el año.
Está en nosotros que las temporadas sean exitosas.