Por Horacio Castelli
Releyendo en los últimos días algunos escritos sobre la política argentina de los últimos 50 años, pude reafirmar que “todos” los gobiernos son demagogos, aún los tristes períodos militares.
Cuando se intenta atacar a los gobiernos progresistas, populares, nacionales, populares o como se los quiera calificar, los analistas liberales los llaman demagogos por sobre todas las demás consideraciones.
Sin embargo, aún aquellos gobiernos que se autodenominan liberales, neo liberales, de derecha, modernos, etc. Usan la demagogia constantemente.
Cuando los dirigentes llegan al poder, el mayor interés que expresan es mantenerse el mayor tiempo posible y se olvidan que hay dentro del territorio nacional, hoy, más de 40 millones de habitantes y viven también los que no los votaron o están alejados de su pensamiento e ideología.
Por el contrario, prefieren consolidar el grupo de apoyo político que tienen y comienzan a gobernar separando a los argentinos entre amigos y enemigos como respuesta a una supuesta campaña anti algo.
No es necesario que nadie se rasgue las vestiduras intentando apuntar hacia algún sector en particular porque todos los gobiernos hacen lo mismo.
La falta de una política clara e integradora, provoca tensiones en distintos sectores de acuerdo a quien este en el gobierno circunstancialmente.
Quienes dicen defender a los mas desposeídos, para lograr sus objetivos atacan a los sectores de mayores recursos y quienes creen tener el derecho a manejar todos los recursos económicos y la renta nacional desprecian a los sectores que ellos consideran parasitarios.
Todos somos integrantes del país y tenemos los mismos derechos, algunos han logrado posicionarse por distintos motivos en una escala económica superior y desarrollaron actividades económicas importantes.
Ahora, creer que eso les da derecho a menospreciar al resto de los integrantes de la sociedad es caminar por senderos muy sinuosos y lamentables.
El “capital” es importante pero por si solo no sirve, ni conduce a ninguna posibilidad de crecimiento y realizaciones con concretas.
Despreciar la tarea de los demás integrantes de la actividad económica es no entender la importancia de una sociedad organizada.
Cuando las luchas se orientan a que un sector obtenga beneficios superiores a los que les corresponde, sea el sector que sea, las tensiones aumentan y el progreso se aleja, de eso no hay dudas.
Cada sector tiene su importancia y su papel en la sociedad moderna. Papel que muchas veces elige y otras las circunstancias les impone.
Menospreciar o atacar son acciones que no conducen a nada.
Que las élites económicas y empresariales menosprecien la tarea de los trabajadores crea arbitrariedades permanentes y crean un caldo de cultivo que favorece a los agitadores foráneos y a los intereses extra nacionales.
Que los sectores del ámbito laboral ataquen sin miramientos a los sectores empresariales denunciándolos como vende patria, oligarcas y traidores, producen la contraofensiva permanente y también abren las puertas a los intereses extranjeros.
Cuando los gobiernos de turno entiendan que todos somos argentinos será màs fácil para todos, incluso para los propios gobernantes.
No podemos atacar sin màs a los productores agropecuarios durante un gobierno, y al siguiente le devolvemos todo sin pensar en las consecuencias y les cobramos impuestos a los que trabajan y no a los que extraen nuestros minerales y a los que especulan con el dinero depositado.
Ni una cosa, ni la otra sirve para hacer mejor la vida de los argentinos, ni siquiera de los propios gobernantes.
La demagogia no sirve, màs allà de los discursos ante una ferviente multitud que quiere escuchar los que quiere escuchar, pero ahì debe terminar.
Gobernar es otra cosa. Gobernar es trabajar por todos y para todos. Hacendados, terratenientes, cuentapropistas, trabajadores, profesionales, desocupados, desposeídos, analfabetos, investigadores, políticos, etc.
La demagogia para los discursos. De izquierda a derecha. Para todos por igual. Trabajen, para eso fueron elegidos. La patria se los demanda.