Del Potro y Delbonis dieron vuelta la serie final con sus triunfos notables ante Cilic y Karlovic, para lograr una de las gestas más importantes del deporte argentino.
El tenis argentino se consagró ayer por primera vez campeón de la Copa Davis en una noche gloriosa en Zagreb, gracias al heroico triunfo de Juan Martín Del Potro y a la contundente victoria de Federico Delbonis.
Después de cuatro frustraciones, el equipo capitaneado por Daniel Orsanic y con Del Potro como abanderado, terminó con la pesada carga de no haber podido levantar nunca la siempre anhelada Ensaladera de Plata.
Del Potro, cuando parecía que una nueva frustración acechaba, se vistió otra vez de héroe, como en Glasgow frente a Andy Murray, y revirtió, con un dedo fisurado, un partido increíble ante Marin Cilic, al que le ganó en cinco sets por 6-7 (4), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3, tras casi cinco horas de una batalla increíble.
Después le llegó el turno a Delbonis, que se recibió de jugador copero y con templanza asombrosa le ganó con contundencia a Karlovic.
Fue un 6-3, 6-4 y 6-2 que desató la locura de todo el equipo argentino y de los más de dos mil hinchas que vistieron de celeste y blanco buena parte del imponente Arena Zagreb, que comenzó a despoblarse tras el golpe que significó la derrota de Cilic, su emblema, después de estar dos sets arriba.
Guillermo Vilas, José Luis Clerc y todos los jugadores de la generación más importante que tuvo el tenis argentino, encabezada por David Nalbandian, lucharon por una consagración que se frustró una y otra vez.
Pero Del Potro, que había sufrido la dolorosa derrota ante España en Mar del Plata y frente al mismo rival en Sevilla 2011, condujo con triunfos inolvidables al equipo a una consagración que hace muy pocos meses parecía lejana.
Para el festejo tantas veces contenido el equipo argentino tuvo que ganar todas sus series fuera del país. Superó a Polonia en Gdansk, después le ganó a Italia en la calurosa Pesaro y más tarde dejó en el camino a Gran Bretaña, hasta ayer campeón.
“Este trofeo es de todo el tenis argentino. Es de todos. Ha ganado todo el deporte argentino”, dijo Orsanic instantes después de abrazar por primera vez esa Ensaladera que antes de la consagración se negaba a mirar.
Para desatar el festejo interminable, Del Potro debió ganar ayer el partido más importante de su carrera, tal como lo definió minutos después de superar a Cilic, con un dedo fisurado y apenas pudiendo caminar por el desgaste de más de once horas de competencia durante el fin de semana.
No había casi argumentos para pensar que el tandilense podía revertir un partido en el que estaba dos sets abajo ante el sexto mejor jugador del mundo, la figura local, que estaba mostrando su mejor, pero lo hizo, escribiendo otro capítulo increíble, el más importante, en el que por lejos es el mejor año de su vida.
Su triunfo, más que desde lo tenístico se explica desde el corazón, la tenacidad con la que ganó la batalla mental para mantenerse en partido y aferrarse a una ilusión que algunas más tarde se materializó. Y fue gracias a Delbonis.
El azuleño, que no jugó ningún punto en la semifinal en Glasgow y parecía con menos chances que Leonardo Mayer y Guido Pella, mostró un carácter insospechado para semejante desafío.
Dominó al siempre peligroso Karlovic desde el principio. Un quiebre en el sexto game del primer set le permitió inclinar la balanza a su favor y desde ese momento siempre tuvo el control en el partido más importante de su vida, ante el número veinte del ranking.
En Zagreb, a más de once mil kilómetros de Argentina y con la pesada mochila de las frustraciones del pasado, el equipo de Orsanic dio una vuelta de tuerca a la historia del tenis argentino.
Y consiguió una consagración a tono con las mayores gestas del deporte nacional, que seguramente se valorará en todo su esplendor cuando pase el tiempo.
Es que con la efervescencia y las emociones del triunfo tan próximas, se vuelve más difícil dimensionar lo alcanzado.
Algo que el tiempo le dará el lugar que le corresponde, con la seguridad de que estará entre los principales puestos de las máximas consagraciones.