Los hombres deben superarlo, las mujeres viven más tiempo y la razón de esta disparidad tiene sus raíces en la evolución, con causas aún no del todo establecidas, pero con posibles explicaciones vinculadas a la genética, afirma un estudio científico estadounidense.
El informe científico publicado por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (PNAS) indica que si bien en el último siglo la longevidad aumentó en el mundo, el género masculino sigue por detrás del femenino en supervivencia.
El estudio, conducido por el grupo de investigación internacional coordinado por Fernando Colchero, de la Universidad de Dinamarca del Sur, analizó los datos relativos a más de un millón de personas desde el siglo XIX hasta hoy y de seis especies de primates, como los chimpancés.
Resultó evidenciado que las últimas generaciones de seres humanos gozaron del más elevado aumento de la esperanza de vida de la historia, gracias a los progresos en la medicina y la salud pública.
Por ejemplo, en los últimos doscientos años la expectativa de vida en Suecia pasó de cerca de 35 años de edad a más de 80, lo que significa que un niño nacido ahora puede esperar vivir más del doble de otro dado a luz en los primeros años del siglo XIX.
No sólo esto, los datos mostraron que hoy las poblaciones más longevas de los países industrializados tienen una ventaja de 40 a 50 años por encima de poblaciones en condiciones tribales, como los cazadores y recolectores Hadza de Tanzania o los aborígenes Aché de Paraguay.
Estas poblaciones tribales viven, en promedio, apenas unos diez o veinte años más que algunas especies de primates selváticos como los chimpancés, observa el informe.
En sustancia «hemos avanzado más en los últimos cien años que en el curso de millones de años de historia evolutiva», dijo Susan Alberts, de la Duke University, una de las autoras de la investigación.
Sin embargo la ventaja de hembras sobre machos en longevidad también se registra en todos los primates en general. «La desventaja del macho se hunde en las raíces de la evolución», explicó Alberts.
«Es desconcertante, pues si podemos hacer ahora durar tanto la vida, ¿por qué no podemos reducir la brecha entre hombre y mujer?», planteó.
Una hipótesis en particular apunta hacia la genética, por el hecho de que los primates machos tienen un solo cromosoma X respecto de las hembras.
Esto privaría a los machos de la posibilidad de compensar eventuales anomalías genéticas que su único cromosoma X puede portar.
Si llegamos a identificar el elemento «culpable» de la brecha para la longevidad e intervenir, «podremos estar en condiciones de ayudar a los hombres a recuperar posiciones», concluyó Alberts. (ANSA).