El bisfenol, más conocido como BPA, fue encontrado en muestras que se tomaron a comienzos de este año en aguas de la Antártica como parte de un proyecto de tesis de la joven veterinaria de la Universidad Santo Tomás de Viña del Mar, Maccarena Marcotti Murúa.
«Mi intención era encontrar residuos farmacológicos, tomando en consideración los desechos y el movimiento de las corrientes marinas. Pero en vez de esto, encontré BPA, un componente que está demostrado ser cancerígeno y estrogénico», indicó.
«En altas concentraciones se ha registrado toxicidad sistémica, especialmente en niños», señaló la también atleta de equitación, medalla de oro en el Sudamericano 2004 de Buenos Aires en su especialidad, el adiestramiento.
El bisfenol se utiliza principalmente en plásticos, envases de bebidas, adhesivos, equipos médicos y materiales de construcción en todo el mundo. Otro componente hallado fue el ácido salicílico, base de la aspirina y utilizado también en productos para el cuidado de la piel.
La graduada, que permaneció más de un mes en Isla Rey Jorge, Islas Shetland del Sur, explicó que este químico «tiene la propiedad de ser anticoagulante, por lo que los animales en el agua, al entrar en contacto con él, no pueden respirar».
Un tercer elemento que estaría perjudicando el medio ambiente acuático es el pesticida Irgarol, el que tiene potentes funciones alguicidas, y es utilizado para que la fauna de la zona no se incruste en las embarcaciones comerciales o de recreación.
«Al utilizarse Irgarol en concentraciones mayores a las recomendadas o en lagos cerrados, puede provocar impactos sobre el fitoplancton, perifiton e incluso en macrófitos, al inhibir la fotosíntesis, causando severos daños ecológicos», explicó la joven de la localidad rural de Quillota, 120 kilómetros al nor-poniente de Santiago.
El último poluto identificado fue el metilparabeno. «Es utilizado ampliamente en preservantes, cosméticos y productos farmacéuticos, entre otros, debido a su baja toxicidad, bajo costo y su actividad fungicida y antimicrobiana.
La resistencia antimicrobiana a los parabenos ha sido y sigue siendo ampliamente estudiada, por lo que no hay que descartar posibles consecuencias a futuro», comentó.
El trabajo realizado en la Antártica por la joven alumna de la Universidad Santo Tomás contó con el apoyo del doctor en ciencias Ozelito Possidonio de Amarante Junior, especialista brasileño en la investigación de contaminantes de origen farmacológico presentes en aguas de distintas fuentes.
«Mi profesor guía (Felipe Sotomayor) se acordó que él trabaja en la Universidad Federal de Río Grande del Sur y pensó que quizás podría ayudarnos. Se supone que solo nos iba a guiar un poco a la distancia, pero la verdad es que si no fuera por él nada de esto habría resultado porque la investigación me iba a salir carísima, los materiales costaban más de 450 mil pesos (692 dólares) y los análisis costarían cerca de 500 mil pesos (769 dólares). Era imposible».
Establecieron un acuerdo, en el cual el profesional brasileño financiaba parte de los gastos: «me mandó los materiales y después analizó las muestras pidiéndome a cambio que él pudiera utilizar esas mismas muestras para hacer otros estudios».
Maccarena Marcotti fue la primera seleccionada del llamado a Postular a Campaña de Terreno Antártica para estudiantes de Pregrado, período 2015-2016, convocado por el Instituto Nacional Antártico Chileno (InaCh), dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores.
La universitaria, junto a la recolección de las muestras realizadas entre el 6 de enero y el 15 de febrero de este año, estuvo a cargo de la Oficina Antártica de Correos de Chile.
Ahora, junto a su profesor guía, fueron invitados a realizar un Magíster en Estudios Oceanográficos en la Universidad Federal de Río Grande del Sur. (ANSA).