En una ceremonia histórica, respetuosa de las tradiciones religiosas armenias y cargada de un enorme valor político, el papa Francisco recordó hoy en el Vaticano «el centenario de aquel trágico evento, de aquel atroz y descabellado exterminio» del pueblo armenio, al que calificó como «el primer genocidio del siglo XX».
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=Iu2Mdass4hw[/youtube]
Rodeado de las principales autoridades de las iglesias armenias y del gobierno del Estado armenio en la Basílica de San Pedro, el Pontífice llamó a los líderes de todo el mundo a reconocer el genocidio armenio y «no esconderlo» porque «negar el mal es como dejar que una herida continúe sangrando sin sanarla», según reprodujo la agencia de noticias EFE.
Francisco habló ante una basílica llena, al inicio de una ceremonia especial dedicada al centenario del comienzo de las matanzas y las masacres cometidas por el Imperio Otomano, que dejaron alrededor de un millón y medio de armenios muertos y cientos de miles desplazados.
Para el líder de la Iglesia Católica, el armenio fue el primero de tres genocidios «masivos y sin precedentes» en el siglo pasado. Le siguieron los cometidos por el «nazismo y el estalinismo».
«Parece que la familia humana rechaza aprender de sus propios errores causados por la ley del terror. Y así, aún hoy, hay quien trata de eliminar a sus semejantes con la ayuda del silencio cómplice de otros que permanecen como espectadores», lamentó Francisco, un asiduo denunciante de las dramáticas consecuencias humanas de los actuales conflictos armados en Medio Oriente y Europa.
En varias ocasiones, el máximo líder de la Iglesia Católica advirtió sobre la existencia actual de una «tercera guerra mundial por partes», que se vive en distintas partes del mundo a través de «crímenes atroces y masacres sanguinarias», amparados en «un silencio cómplice» de la comunidad internacional.
Las palabras de Francisco de hoy provocaron tanto el agradecimiento inmediato de las autoridades religiosas armenias que encabezaban con él la misa en la Basílica de San Pedro como el repudio del gobierno turco, heredero político del Imperio Otomano, es decir, del responsable del genocidio cometido durante los años de la Primera Guerra Mundial.
Ankara reconoce que hubo masacres y hasta expulsiones importantes de armenios dentro del Imperio Otomano durante la llamada Gran Guerra, pero se niega de manera tajante a hablar de un genocidio, ya que sostiene que no hubo una intención de querer exterminar a ese pueblo, una afirmación que muchos historiadores rechazan.
Por eso, ni bien se conoció el mensaje de hoy de Francisco, el gobierno turco llamó a consultas a su embajador ante el Vaticano y canceló una conferencia de prensa que este diplomático tenía planeado para esta tarde, según informó el diario turco Hürriyet en su edición digital.
Según la BBC, la Cancillería turca se mostró «decepcionada» por el mensaje del Papa y advirtió que éste provocó «un problema de confianza».
Dentro de la Basílica de San Pedro, sin embargo, la respuesta de los líderes armenios fue de total gratitud.
Francisco no sólo recuperó la posición tomada por Juan Pablo II e ignorada por Benedicto XVI de denunciar lo que sucedió a los armenios a partir del 24 de abril de 1915 como un genocidio, sino que declaró Doctor de la Iglesia a uno de los principales símbolos de la Iglesia Armenia, el poeta y teólogo San Gregorio de Narek.
Apenas 35 personas tienen ese título en la Iglesia Católica, ya que está reservado a aquellos cuyos escritos dejaron una marca profunda en la institución.
Junto a Francisco estuvieron durante toda la misa el patriarca de Cilicia de los Armenios Católicos, Nerses Bedros XIX, el de la Iglesia Apostólica Armenia, Aram I, y el supremo patriarca de esta última, Karekin II. Además, el presidente armenio, Serzh Sargsyan, siguió la misa desde la primera fila.
«El derecho internacional dice claramente que la condena, el reconocimiento y la reparación de un genocidio deben estar fuertemente interconectados», aseguró Aram I en perfecto inglés durante la ceremonia.
El líder religioso sostuvo que la causa armenia es una causa justa y que la justicia es un regalo de Dios. «En consecuencia, una violación a la justicia es una pecado contra Dios», sentenció.
También estuvieron presentes el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, el exarca apostólico armenio de América Latina y obispo de la Eparquía San Gregorio de Narek de los Armenios Católicos de la Argentina, monseñor Vartán W. Boghossian, y el cardenal argentino Mario Poli, arzobispo de la Arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Argentina.