Por Nadia Luna
Investigadores de la UTN Buenos Aires desarrollan un equipo para transformar la energía undimotriz en energía eléctrica. Es un proyecto pionero en el país que busca usar un recurso renovable abundante y apostar a la fabricación nacional.
Los proyectos para el aprovechamiento de la energía undimotriz a gran escala comenzaron a tomar mayor impulso en la década del ‘70, luego de la gran crisis petrolera que obligó a una búsqueda de fuentes renovables de energía.
En la Argentina, el equipo pionero de investigación es el Grupo Undimotriz de la Facultad Regional Buenos Aires de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN BA). Se trata de un grupo interdisciplinario de investigadores que está desarrollando un dispositivo para transformar la energía undimotriz en energía eléctrica. En este momento, están finalizando el prototipo a escala 1:10 (diez veces más chico), paso previo a la construcción del equipo final, el cual se instalará en la escollera del puerto de Quequén, provincia de Buenos Aires.
“Vamos a ensayar este prototipo en un canal de olas del Instituto Nacional del Agua. Con los datos que obtengamos, vamos a validar una simulación que tenemos hecha para saber cómo se comportaría el equipo en determinadas condiciones de oleaje”, cuenta a TSS el ingeniero Alejandro Haim, quien empezó a investigar el aprovechamiento de la energía undimotriz a raíz de sus tesis de grado, hace unos seis años.
El dispositivo está constituido por un cuerpo cilíndrico donde se aloja el sistema electromecánico, unido a dos brazos de palanca que tienen una boya adosada en su extremo. “Las boyas flotan pero también tienen su propio peso. Entonces, cuando la ola atraviesa el dispositivo, la boya va a tender a subir, y cuando la ola se va, va a tender a bajar por peso propio. Es jugar con el empuje y la gravedad”, resume Haim. “A este movimiento vertical, que en realidad es un movimiento senoidal, porque va para un lado y para el otro, nosotros mecánicamente hacemos que gire siempre para el mismo lado y de manera constante”.
Ese movimiento acciona un generador de energía eléctrica, que se trasladará hacia la costa mediante un cableado, hasta una estación transformadora y distribuidora de energía. En el caso del prototipo, a modo de demostración del funcionamiento del dispositivo, los cables que salen del generador están conectados a una cajita que contiene unos pequeños leds que se prenden al mover las palancas. “El generador es un desarrollo argentino pero la empresa que lo hace lo manda a fabricar a China porque es más barato. Por ahora, colocamos éste por una cuestión de comodidad y rapidez, pero la idea es hacer un equipo factible de ser construido en nuestro país, con una tecnología que manejemos nosotros y que no tengamos que recurrir a externos”, enfatiza el ingeniero Mario Pelissero, director del proyecto. “Además, esto, así como está, es una caja cerrada y me gustaría que fuera algo más abierto, porque estamos en una universidad, tenemos que difundir todo lo que estamos haciendo para que los alumnos puedan interpretar el mecanismo, estudiarlo y mejorarlo”.
Por su parte, las boyas del prototipo están hechas de madera y pesan 5 kilos, pero a escala real serán de acero naval, huecas y rellenas con poliuretano expandido. Pesarán 10 toneladas cada una y medirán 3 metros de diámetro, mientras que los brazos tendrán unos 7 metros de largo. El dispositivo tendrá una potencia de 40 kilovatios y se instalará en la escollera de Quequén, lugar elegido por tener las mejores condiciones desde el punto de vista técnico, económico y energético.
“Buscamos una instalación que esté hecha en el medio del mar y que pase detrás de la rompiente de la ola, porque nuestro equipo no aprovecha la ola sino la onda”, indica Haim. “Además, hay una central termoeléctrica muy cerca de la escollera, así que ya tendríamos una estructura para la generación de energía eléctrica que acompañaría al sistema. Por otro lado, si tenemos que realizar una obra civil para un solo dispositivo nos va a salir más cara la obra que el equipo. En cambio, para muchos equipos, ahí sí se equiparan los costos”.
Con respecto a la vida útil del artefacto, Pelissero estima: “Yo diría que va a ser bastante prolongada, unos 20 años, porque no va a estar en contacto directo con el agua, sino con el aire marino. Así que con un mantenimiento mínimo, algún sistema convencional de protección de materiales ferrosos, va a ser suficiente. Creo que el reemplazo va a estar dado por una tecnología superior y no por un desgaste de los materiales”.
El paso siguiente, entonces, es hacer el ensayo del prototipo en marzo o abril próximos. Luego, se abocarán a la estimación de costos del equipo a escala real. Además de los especialistas de la UTN (hay integrantes de casi todas las ingenierías de la Facultad: mecánica, química, civil, eléctrica, electrónica, sistemas y naval), el equipo cuenta con la colaboración externa de una oceanógrafa y de dos profesionales de la Armada Argentina. También, se encuentran en vías de firmar un convenio de trabajo con la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, por un lado, y con la Universidad colombiana de La Guajira, por el otro.
“Nuestro primer objetivo es desarrollar la tecnología, después demostrar que es confiable y, por último, poder aportar energía eléctrica, realizando exportaciones aisladas o directamente al sistema interconectado internacional”, señala Haim. “Si bien al primer equipo lo vamos a instalar en Quequén, la idea es que se pueda armar un parque con varios dispositivos en cualquier lugar de la Argentina. Eso lo decidirá el Estado o las empresas que estén involucradas en función de las necesidades que haya, pero en cualquier lugar del mar argentino se puede poner”, asegura. Agencia TSS