Por Elio Brailovsky
Una sociedad que olvida que los humanos somos parte de la naturaleza nos pone a todos en peligro. Hay una profunda perversión en creer que la respirabilidad del aire, la potabilidad del agua o la estabilidad del clima, son menos importantes que determinadas sumas de dinero en las cuentas de los sectores de poder.
Cambiar las prioridades de nuestra sociedad requiere de una intensa acción ciudadana que impulse conductas responsables en el tratamiento de nuestra única Tierra. Tal vez, percibiendo el mundo que tenemos delante y que la sociedad nos oculta, estemos dispuestos a ocupar nuestro lugar con ciudadanos preocupados.
“La primera lluvia cálida de la primavera había caído la víspera. La hierba verdecía en las junturas de los adoquines. En los parques, los abedules se habían adornado con frondas verdeantes; los cerezos de monte y los álamos estiraban sus hojas alargadas y olorosas. En las casas y en las tiendas limpiaban los cristales. Nejludov se sentó cerca de la ventana y se puso a mirar y a escuchar. El soplo fresco de la primavera, que levantaba sus cabellos sobre la frente humedecida por el sudor, y al mismo tiempo los cuadrados de papel colocados sobre el alféizar de la ventana, le traía un olor sano de tierra recién removida.
«En vano los hombres, amontonados por centenares y miles sobre una estrecha extensión, procuraban mutilar la tierra sobre la cual se apretujaban; en vano la cubrían de piedras a fin de que nada pudiese germinar en ella; en vano arrancaban todas las briznas de hierba y ensuciaban el aire con el carbón y el petróleo; en vano cortaban los árboles y ponían en fuga a los animales y a los pájaros; la primavera era la primavera, incluso en la ciudad. El sol calentaba, brotaba la hierba y verdeaba en todos los sitios donde no la habían arrancado, tanto en los céspedes de los jardines como entre las grietas del pavimento; los chopos, los álamos y los cerezos desplegaban sus brillantes y perfumadas hojas; los tilos hinchaban sus botones a punto de abrirse; las grajos, los gorriones y las palomas trabajaban gozosamente en sus nidos, y las moscas, calentadas por el sol, bordoneaban en las paredes. Todo estaba radiante. Únicamente los hombres, los adultos, continuaban atormentándose y tendiéndose trampas mutuamente. Consideraban que no era aquella mañana de primavera, aquella belleza divina del mundo creado para la felicidad de todos los seres vivientes, belleza que predisponía a la paz, a la unión y al amor, lo que era sagrado e importante; lo importante para ellos era imaginar el mayor número posible de medios para convertirse en amos los unos de los otros».
León Tolstoi, “Resurrección”, novela, 1899
La marcha por el clima no se detiene
Publicado el 12 de septiembre de 2014
Amy Goodman, con la colaboración de Denis Moynihan
“Existen leyes injustas”, escribió Henry David Thoreau en su ensayo de 1849 titulado “Del deber de la desobediencia civil”. Thoreau, un pacifista y naturalista, se preguntaba en su obra: “¿Nos contentaremos con obedecerlas, trataremos de enmendarlas y las obedecemos hasta que lo hayamos conseguido o las transgrediremos desde un comienzo?”. Su respuesta fue simple: “Transgredan la ley”.
Eso es precisamente lo que hicieron Ken Ward Jr. y Jay O’Hara 164 años más tarde, el 15 de mayo de 2013. Navegaron en un pequeño barco pesquero llamado “Henry David T.” hasta un lugar de la costa de Massachusetts, cerca de la planta Brayton Point, una enorme central eléctrica de carbón construida en 1963 que es la mayor fuente de emisiones de carbono de la región. Anclaron allí y bloquearon el acceso al muelle, impidiendo que un buque descargara 40.000 toneladas de carbón. Colgaron carteles en el bote con la leyenda “El carbón es absurdo” y “350”, en referencia al grupo internacional de acción por el clima 350.org. Su nombre alude al nivel de concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, 350 partes por millón (ppm), que los científicos consideran es el máximo aceptable para evitar que el cambio climático provocado por el hombre se convierta en catastrófico. Ward y O’Hara lograron impedir la descarga de carbón. Desde el bote llamaron a la policía local y más tarde fueron arrestados por la Guardia Costera de Estados Unidos.
O’Hara, un velero cuáquero de Cabo Cod, explicó: “Nos acusaron de cuatro delitos: de alterar el orden, de conspirar para alterar el orden, de manejo negligente de un buque a motor y de no haber impedido la colisión de un bote”. Por todo ello afrontaban una posible pena de varios años de prisión. Invocaron la “defensa por necesidad” al reconocer que incumplieron la ley, argumentando que lo hicieron para evitar un mal peor, es decir, la quema de carbón que aumenta el calentamiento global. El lunes 8 de septiembre, finalmente comparecieron ante el tribunal. El Fiscal de Distrito del Condado de Bristol, Sam Sutter, les ofreció un acuerdo: retirar los cargos penales en su contra a cambio de que se declararan culpables de un delito civil y fueran condenados al pago de una multa. Pero el fiscal Sutter fue incluso más lejos, bastante más lejos: cruzó la plaza que está frente al tribunal y pronunció un breve discurso que sorprendió a los dos acusados y a las alrededor de cien personas que estaban allí apoyándolos:
“La decisión que adoptamos Robert Kidd, el vicefiscal de Distrito a cargo del caso, y yo, fue una decisión que sin duda tuvo en cuenta el costo para los contribuyentes de Somerset, pero fue adoptada pensando en sus hijos, en los niños del Condado de Bristol y en los demás niños. El cambio climático es una de las peores crisis que nuestro planeta ha enfrentado en toda su historia. En mi humilde opinión, los líderes políticos no han hecho lo suficiente al respecto. Me llena de esperanza que hayamos logrado forjar un acuerdo que complace a ambas partes y que parece satisfacer a la policía y a las personas que están aquí para apoyar a los acusados. Además, me complace enormemente que hayamos alcanzado un acuerdo que simboliza el compromiso de la Oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Bristol de asumir un papel de liderazgo con respecto a este tema”.
La increíble muestra de liderazgo político del fiscal de distrito Sam Sutter sin duda llega en un buen momento. Esta semana, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicó su último boletín sobre los gases de efecto invernadero, en el que da a conocer estadísticas preocupantes acerca de la aceleración del cambio climático. “La cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzó un nuevo récord en 2013”, informó la Organización Meteorológica Mundial. La concentración actual de dióxido de carbono es de 396 partes por millón. La OMM también advirtió que “El índice actual de acidificación de los océanos parece no tener precedentes, al menos en los últimos 300 millones de años”. El otro acusado de la acción frente a la planta Brayton Point, Ken Ward, ex director ejecutivo de Greenpeace Estados Unidos, señaló la urgencia con la que considera el cambio climático: “Este verano aprendimos que la capa de hielo de la Antártida occidental se está derrumbando de forma inevitable, lo que significa tres metros por encima del nivel del mar. Eso, para mí es realmente todo lo que necesitaba saber. Es decir, es un acontecimiento simbólico. De ahora en más, todo empeorará. Deberíamos estar adoptando medidas de emergencia en todas partes y la primera medida de emergencia es dejar de utilizar carbón”.
Henry David Thoreau es sobre todo conocido por su libro “Walden”, en el que describe el año que vivió en una cabaña que construyó en Walden Pond, cerca de Concord, Massachusetts. Thoreau se opuso a la invasión de Estados Unidos en México en 1847 y era un firme opositor de la esclavitud. Para protestar contra estas políticas violentas, decidió que no pagaría los impuestos. Cuando lo enviaron a prisión por ello, recibió una visita de su amigo, el poeta Ralph Waldo Emerson. Según cuenta la historia, Emerson le preguntó: “Henry, ¿qué estás haciendo aquí dentro?”, a lo que Thoreau respondió: “Waldo, ¿qué estás haciendo tú allí afuera?”. El ensayo de Thoreau sobre la desobediencia civil fue una de las primeras expresiones modernas de la táctica no violenta de la no cooperación. Sus palabras y sus acciones inspiraron a millones de personas, entre ellas a Gandhi y a Martin Luther King Jr.
El domingo 21 de septiembre se realizará en la ciudad de Nueva York la Marcha de los Pueblos por el Clima. Los organizadores prevén que será la mayor marcha por el clima en la historia. Su eslogan es: “Para cambiarlo todo, necesitamos de todos”. Sam Sutter dijo que participará, al igual que los dos activistas a los que condenó. Les pregunté al fiscal de distrito y a los acusados si marcharán juntos. Sonrieron. El fiscal Sutter respondió: “¿Por qué no? Me pueden llamar. Les daré mi número de celular”. Jay O’Hara coincidió: “Es una buena idea”.
© 2014 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.