Fue durante su homilía en el cementerio militar de Fogliano Redipuglia, nordeste de Italia, con la que recordó a los caídos en el centenario de la Primera Guerra Mundial y a los damnificados en todos los conflictos bélicos.
«Viendo la belleza del paisaje de esta zona, en la que hombres y mujeres trabajan para sacar adelante a sus familias, donde los niños juegan y los ancianos sueñan. Aquí, en este lugar, solamente acierto a decir: la guerra es una locura», expresó Francisco según reprodujo el sitio oficial de noticias del Vaticano.
«Mientras Dios lleva adelante su creación y nosotros, los hombres, estamos llamados a colaborar en su obra, la guerra destruye. Destruye también lo más hermoso que Dios ha creado: el ser humano», añadió.
El Papa indicó que «la guerra trastorna todo, incluso la relación entre hermanos. La guerra es una locura; su programa de desarrollo es la destrucción».
«La avaricia, la intolerancia, la ambición de poder son motivos que alimentan el espíritu bélico», agregó.
«Hoy, tras el segundo fracaso de una guerra mundial, quizás se puede hablar de una tercera guerra combatida «por partes», con crímenes, masacres, destrucciones», comentó Jorge Bergoglio.
El pontífice se preguntó «cómo es posible que hoy haya tantas víctimas» y respondió: «Es posible porque también hoy, en la sombra, hay intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de poder, y está la industria armamentista, que parece ser tan importante».
«Con corazón de hijo, de hermano, de padre», el papa pidió a la humanidad pasar de ese «¿A mi qué me importa?» al «llanto», es decir, a la reacción contra el belicismo porque «la humanidad tiene necesidad de llorar, y esta es la hora del llanto».
Fogliano Redipuglia es una localidad del nordeste de Italia cercana a la frontera con Eslovenia en la que se situó uno de los frentes más sangrientos de la Primera Guerra Mundial, recordó la agencia EFE.
En primer lugar, el papa rezó en solitario en el cementerio austrohúngaro, donde permanecen sepultados 14.550 soldados, y después se desplazó al cementerio militar de Redipuglia, donde reposan los cadáveres de 100.000 soldados italianos y donde celebró la misa, el acto central de este viaje pastoral de apenas cinco horas.