lunes, noviembre 25, 2024

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Derecho a la salud

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Por Walter C. Medina

Todo ser humano tiene derecho a la salud y a la asistencia médica; “incluso uno argentino”, me especificó una de las tantas enfermeras con las que en los últimos seis meses he dialogado amablemente en los pasillos y habitaciones de tres instituciones de salud pública de Necochea y Mar del Plata.

Claro que desgranar el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no es el motivo por el cual me he pasado el último medio año yendo de hospital en hospital; imagínese que -de ser así- con absoluta razón podría usted confundirme con un detallista, un fanático o simplemente con un tipo que no tiene mucho que hacer. (Y ya que estamos le confesaré que si finalmente se decantase por esta última idea, usted acertaría). El motivo es otro, supongo que más práctico -por adjetivarlo de alguna manera-; y le aseguro que de ser usted paciente de la salud pública puede que éste incluso resulte de su interés. Aunque convengamos que también puede que no, porque quizás sea usted beneficiario de una prestigiosa prepaga o una espléndida mutual; y porque además por el momento no piensa sufrir ningún infarto, ni accidentes cerebrovasculares (ni de tránsito). O puede que el motivo de este artículo no le interese en lo más mínimo, sencillamente porque -tal como me aseguró uno de los usuarios de la Salud Pública con los que he dialogado en estos seis últimos meses- usted haya ya decidido suicidarse antes de ser internado en un hospital público.

Pero antes de continuar creo conveniente o ético -o lo que fuere-, aclarar que estas líneas no pretenden influir en opinión alguna, ya que soy de los que creen que del otro lado hay siempre un lector – al menos uno- cuya opinión jamás podrá ser influida, sino -en todo caso- subestimada.

Pretendo además señalar que en La Salud Pública desempeñan sus funciones excelentes profesionales. Sin embargo no son éstos los motivadores de este artículo; de modo que ya habrá comprendido al menos una de las razones del mismo. Felicito pues a quienes cumplen con la profesión que han elegido (en este caso la medicina en todas sus ramificaciones), ya que la vocación por un oficio cuyo objetivo es la salud del prójimo es verdaderamente admirable y honra a quien lo ejercita con responsabilidad.

Pero para hablar de quienes lo hacen bien hay un gran número de publicaciones; además –claro- de esos gratos pacientes suelen referirse a la excelencia del doctor Fulano D. Tal con una admiración que no suele aflorarles cuando un taxista o un plomero lleva a cabo su labor con la misma responsabilidad y profesionalismo que el ya mencionado doctor Fulano D. Tal. De modo que -aun considerando el buen desempeño de médicos, enfermeros y directores de centros de Salud Pública- debo insistir con que no es de ellos de quienes se hará referencia en esta nota. (Válgame esta obstinación aclaratoria, producto de la sugerencia de “no generalizar” que me hizo un respetado cirujano de Necochea, uno de los tantos Dres. Fulanos D. Tal que pululan por estas ciudades, convencidos del amparo que creen poseer por ciertos lauros y diplomas que cuelgan de las paredes de sus respectivos consultorios).

Inicio del periplo

Ante la negativa de la responsable de Salud de Necochea, -Dra. Benita García- a responder por la sucesión de negligencias cometidas por un grupo de profesionales del Área de Maternidad del Hospital Municipal de esa ciudad, me dirigí en octubre del pasado 2013 al Colegio de Médicos de la ciudad de Mar del Plata. Humberto Etchegaray, letrado de esta institución, me explicó que los casos de negligencia que en ocasiones suelen arrojar como resultados diagnósticos nefastos, “son muy difíciles de comprobar. Tenemos un gran número de denuncias pero los juicios no suelen iniciarse debido a que para dictaminar una mala praxis hay que aportar pruebas que en muchos casos no se tienen”.

El factor principal para que dichas mala praxis queden sepultadas en el olvido suele ser esa suerte de acuerdo tácito entre quienes la han producido y que se traduce en la desviación de los sucesos acontecidos. Hablando en cristiano: “La terminología médica y su sempiterna traducción técnica, termina siempre por descartar cualquier descuido médico, determinando que tal o cual muerte se debió a razones que escapan a la ciencia médica”, tal como me aseguró uno de los abogados especialistas en mala praxis con los que he conversado en estos meses. “A lo sumo se inicia un sumario para desligar responsabilidades. Pero aun así, el profesional que pueda haber cometido un grave error continúa en sus funciones”.

Un sumario es para un médico irresponsable lo que para el 7 de Banfield una tarjeta amarilla. La importancia de esta sanción acaba una vez concluido el partido. De hecho en la Salud Pública local (si quiere comprobarlo es sólo cuestión de preguntar) desempeñan funciones médicos que suman hasta tres o cuatro sumarios sin que esto afecte en lo más mínimo a su carrera. El caso más claro de esta suerte de impunidad de la que gozan los profesionales de la salud es el del anestesista Héctor Gustavo Novarino, quien sumaba ya unos cuántos sumarios, fue despedido del Hospital Municipal de Necochea e inmediatamente se incorporó a otro centro de salud en la ciudad de Mar del Plata.

Las deficiencias en la Salud Pública no son un fenómeno nuevo. Para comprobarlo sólo es cuestión de dialogar con cientos de afectados por dudosas prácticas que han tenido lugar en el Hospital Municipal Emilio Ferreyra de Necochea. “Mi padre fue con un fuerte dolor de pecho y le dijeron que estaba estresado y que tomara una aspirina. Al salir de la guardia le dio un infarto”. “Llevé a mi hija porque se sentía mal. Me dijeron que viniera al otro día a pedir turno. Esa noche la trasladamos urgente a Mar del Plata y llegó en paro cardiorrespiratorio”, etc, etc, etc y más etcéteras que detallaré en próximas publicaciones.

“A mí me operaron de una hernia y todo salió estupendamente”, me dijo el director de un medio local en el cual pretendí publicar este artículo. Y siguiendo ese criterio podríamos decir que como aún queda una vereda con todas las baldosas, no hace falta denunciar los cráteres que día a día esquivamos en el resto de la ciudad.

CONTINUARÁ…

One thought on “Derecho a la salud

  1. Es verdad que hay un monton de Fulanos D. Tal en ese hospital. Muy bueno el artículo.

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