Sharing is caring!

Pocas veces oímos que un bodyboarder o un surfer mueren en el agua. Por el contrario ¿cuántas veces hemos escuchado que tanto unos como otros pierden la vida en un accidente automovilístico? Esta es la historia de ¨Paco¨ Petersen, un argentino. Un bodyboarder de alma que nunca pudo ser vencido por el mar pero que fue otra victima más de las tantas que se cobra la carretera año a año.

Todo comenzó en 1992. Entonces él tenía unos 10 años. Solía escaparse de la escuela y robarme la tabla cuando yo estaba estudiando. Se pasaba horas y horas en el agua. Las profesoras hasta llegaron a llamar a mis padres debido a su comportamiento. Les dijeron que lo único que hacía en clases era «gastar las hojas de su carpeta dibujando olas y personas con tablas en ellas» ¡Malditas ignorantes! ¡Se llama bodyboard !

Después de ver los dibujos no solo comprobamos que era cierto sino también que mi hermano era un artista. Recreaba a la perfección «la escollera» que era el mejor point de Necochea, mi ciudad. En cada ola que dibujaba se podía ver una línea punteada que marcaba claramente la trayectoria correcta a seguir para realizar una maniobra perfecta.

Su pasión por las olas nunca dejó de crecer. Luego de consultar con la familia optó por dejar de estudiar para comenzar a viajar. Río, Puerto Escondido, Hawaii, California e Iquique fueron más de una vez sus destinos. Los que por una u otra razón no pudimos acompañarlo esperábamos ansiosos su retorno para ver que había aprendido.

Cuando era impensable pegarle a la boca el ponía el backflip más perfecto. Desde atrás era un show verlo despegar en un 360 aéreo. También estaban los que se pasaban horas y horas mirándolo desde afuera. En ¨Neco¨ no necesitábamos videos para aprender a surfear y estábamos todos muy orgullosos de ello. No era para menos; ya con 17 años había salido 5 veces campeón nacional, segundo en un sudamericano, y bastante bien en varias etapas del circuito mundial. Su cuarto estaba lleno de trofeos y medallas; tablas y mucho material de las empresas que lo patrocinaban. Sin embargo, y para sorpresa de todos, dejó de meterse al agua. Cuando creíamos que todo estaba perdido le pregunté: ¿Por qué dejaste? ¿Por qué te echaste para atrás? Su respuesta fue la siguiente: Solo para tomar impulso…

Irónicamente unos meses después, precisamente el 26 de diciembre del 2001, moría a 120 kilómetros de la ciudad que lo vio nacer. Sus cenizas fueron arrojadas al mar sobre el pico de la ola que surfeó más veces en su vida. Quién sabe si algún día, cuando veamos el horizonte quebrado y rememos sin parar para adentro temiendo que nos agarre la serie, lo veamos dentro del tubo de la barredora. Va a ser el único tubo del que no haya podido salir…

Mediante este artículo recordamos y homenajeamos a todos los amantes de las olas que han muerto en accidentes de tránsito. Todos ellos estarán allí para darnos eses segundos de aire que necesitamos cuando la situación se pone realmente crítica…

Su hermano, Nicolás… El Domingo, 30 de agosto de 2009 a las 15:23