Se trata de un artefacto extraño e indescifrable para el público general, pero que es muy conocido y relevante en el ámbito científico de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
El acelerador lineal de electrones del Centro Atómico Bariloche (CAB), un equipo nuclear utilizado para investigación, cumple 40 años de servicio a la ciencia y tecnología del país.
Se trata de un artefacto extraño e indescifrable para el público general, pero que es muy conocido y relevante en el ámbito científico de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) que, entre otros beneficios, permitió a estudiantes e investigadores completar 40 tesis de grado y otras 20 tesis doctorales.
En términos coloquiales consiste en una fuente que a través de un «cañón» lanza un «paquete» de electrones, que en una distancia de 3 metros desarrolla el 90 por ciento de la velocidad de la luz (25 millones de electrovoltios).
Ese haz de electrones -una carga energética de gran velocidad- se concentra en una especie de lente magnética que impacta en un blanco de material pesado que genera la reacción nuclear necesaria para obtener neutrones energéticos.
Estos neutrones so los que se utilizan en la investigación de propiedades de materiales sólidos y líquidos, así como en la verificación del comportamiento de campos neutrónicos y cuestiones biológicas, físicas, nucleares, industriales, medicinales y farmacéuticas.
Lo destacado en el caso del Linac (de la sigla en inglés Lineal Acelerator) de Bariloche es su condición pionera que data de 1969, cuando el CAB estaba en sus albores, tenía unos precarios laboratorios, las aulas del embrión del Instituto Balseiro y ya era el precursor de la energía nuclear en la Argentina.
Poco antes la CNEA había puesto en marcha los reactores experimentales RA1 y RA2, y eran tiempos de un vertiginoso crecimiento y descubrimientos trascendentes del país.
Luego de siete años de trabajo encomendado por José Antonio Balseiro a Juan José Olcese -egresado de la primera promoción de físicos del Instituto Balseiro- y otros científicos, el 18 de septiembre de 1969 el Linac comenzó a operar.
«En ese momento lo ví como algo natural, pero ahora -a la distancia- le doy una valoración muy grande», dijo a Télam el científico Rolando Granada -ex gerente general del CAB e integrante de la División Neutrones y Reactores-, quien llegó como estudiante a Bariloche en 1970.
«Realmente fue algo muy importante cuando empezó y después demandó un enorme esfuerzo de mucha gente para mantenerlo operando en perfectas condiciones durante estos 40 años», agregó Granada. También la vida útil del aparato es sorprendente, ya que hoy funciona como el primer día, e incluso con algunos componentes originales como algunas válvulas ya muy antiguas.
El cariño y aprecio que todos tienen por el acelerador se traducirá, en diciembre, en una celebración «en familia» en el CAB, y antes merecerá una exposición de Granada en la CNEA en Buenos Aires. Cuatro décadas después, el LINAC continúa siendo uno de los equipamientos más relevantes del CAB, junto con el Reactor RA 6 y el nuevo acelerador lineal de 1.7 megavoltios adquirido durante el año 2008.