Utilizando dosis 1.500 veces inferiores a las utilizadas en plantaciones de soja, un investigador argentino comprobó que el glifosato provoca «trastornos intestinales y cardíacos, malformaciones y alteraciones neuronales».
Gilles-Eric Seralini, uno de los mayores referentes europeos en el estudio de agrotóxicos, aseguró ayer que «el glifosato estimula la muerte de las células de embriones humanos», y reabrió así la polémica por el daño que causarían a las personas las fumigaciones de los campos de soja.
«Hemos trabajado en células de recién nacidos con dosis del producto cien mil veces inferiores a las que cualquier jardinero común está en contacto. El Roundup -realizado a base de glifosato- programa la muerte de las células en pocas horas», dijo.
Las afirmaciones de Seralini se ubicaron en la misma línea de lo confirmado a principios de mayo pasado por el director del Laboratorio de Embriología Molecular del Conicet y la Facultad de Medicina de Buenos Aires, Andrés Carrasco.
El estudio de Carrasco indicó que «concentraciones ínfimas de glifosato respecto de las usadas en agricultura, son capaces de producir efectos negativos en la morfología del embrión»
Utilizando dosis hasta 1.500 veces inferiores a las utilizadas por productores de soja para fumigar sus plantaciones, comprobó que el glifosato provoca «trastornos intestinales y cardíacos, malformaciones y alteraciones neuronales».
Ahora, Seralini ratificó los efectos letales del herbicida en células humanas de embriones, placenta y cordón umbilical, alertó sobre las consecuencias sanitarias y ambientales, y exigió la realización de estudios públicos sobre transgénicos y agrotóxicos.
Seralini es especialista en biología molecular, docente de la Universidad de Caen (Francia) y director del Comité de Investigación e Información sobre Ingeniería Genética (Criigen).
Descubrió que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al herbicida Roundup, de la compañía Monsanto, incluso en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura.
«Aun en dosis diluidas mil veces, los herbicidas Roundup estimulan la muerte de las células de embriones humanos, lo que podría provocar malformaciones, abortos, problemas hormonales, genitales o de reproducción, además de distintos tipos de cánceres», dijo a un matutino porteño.
También destacó que en soluciones entre 10 mil y 100 mil veces más diluidas que las del producto comercial no matan las células, pero bloquean su producción de hormonas sexuales, lo que podría provocar en fetos dificultades en el desarrollo de huesos y el sistema reproductivo.
Al igual que Carrasco en Argentina, Seralini recibió intimidaciones y desacreditaciones de los los defensores de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), más conocidos como «transgénicos».
En sus estudios, el científico radicado en Francia precisó que el herbicida mata una gran proporción de las células después de sólo dieciocho horas de exposición a concentraciones menores que las utilizadas en el uso agrícola.
Además, señalaban que la utilización del glifosato podría explicar los abortos y nacimientos prematuros experimentados por trabajadoras rurales.