lunes, diciembre 30, 2024

Salud

BRONQUIOLITIS: Lo que hay que saber

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bronquiolitis

La bronquiolitis es una enfermedad común del tracto respiratorio, provocada por una infección que afecta las diminutas vías respiratorias, denominadas «bronquiolos», que llevan a los pulmones. A medida que estas vías respiratorias se inflaman, se hinchan y se llenan de mucosidad, por lo que resulta difícil respirar.

Bronquiolitis:

  • afecta con mayor frecuencia a bebés y niños pequeños, porque sus pequeñas vías respiratorias se bloquean con mayor facilidad que las de los niños de más edad o los adultos
  • suele darse en los dos primeros años de vida, con una mayor incidencia entre los 3 y los 6 meses
  • es más común en niños varones, en aquellos que no fueron amamantados y en los que viven hacinados

La asistencia a guarderías y la exposición al humo del cigarrillo también pueden aumentar las probabilidades de que un bebé contraiga bronquiolitis.

Si bien, a menudo, se trata de una enfermedad leve, algunos bebés están en riesgo de sufrir una afección más grave que requiere hospitalización. Las condiciones que aumentan el riesgo de una infección severa incluyen el nacimiento prematuro, una enfermedad pulmonar o cardíaca crónica previa y un sistema inmunológico debilitado por enfermedades o medicamentos.

Los niños que han padecido bronquiolitis tienen más probabilidades de desarrollar asma en una etapa posterior de la vida, pero aún no resulta claro si la bronquiolitis provoca o dispara el asma, o si los niños que finalmente padecen asma sólo eran más propensos a desarrollar bronquiolitis siendo bebés. Se están realizando estudios para aclarar la relación entre la bronquiolitis y el desarrollo posterior del asma.

La bronquiolitis suele ser provocada por una infección viral, por lo general el virus sincicial respiratorio (VSR). Las infecciones causadas por este virus son responsables de más de la mitad de todos los casos de bronquiolitis y ocurren sobre todo en el invierno y principios de la primavera. Otros virus asociados con la bronquiolitis incluyen el rinovirus, el virus de la influenza y el metapneumovirus.

Señales y síntomas

Los primeros síntomas de la bronquiolitis suelen ser iguales a los de un resfriado común:

  • Congestión
  • Moqueo de nariz
  • Tos leve
  • Fiebre leve

Estos síntomas, que duran uno o dos días, son seguidos de un agravamiento de la tos y la aparición de un sonido sibilante (silbidos agudos al exhalar).

En algunos casos, se desarrollan poco a poco dificultades respiratorias más severas, marcadas por lo siguiente:

  • Respiración poco profunda, rápida
  • Frecuencia cardíaca acelerada
  • Hundimiento del cuello y el tórax con cada respiración, conocido como «retracciones»
  • Ensanchamiento de las fosas nasales
  • Irritabilidad, con dificultad para dormir y señales de fatiga

El niño también puede mostrar falta de apetito y quizá vomite después de toser. Con menor frecuencia, los bebés pequeños, en especial los prematuros, pueden presentar episodios en los que dejan de respirar por poco tiempo (lo que se denomina «apnea») antes de desarrollar otros síntomas.

En los casos graves, los síntomas pueden empeorar con rapidez. Un niño con bronquiolitis grave puede cansarse por el trabajo de respirar y tener poca entrada y salida de aire en los pulmones debido al taponamiento de las pequeñas vías respiratorias. La piel puede tornarse azulada (lo que se conoce como «cianosis»), lo cual es muy notorio en los labios y las uñas. El niño también puede quedar deshidratado por el esfuerzo que realiza para respirar, por los vómitos y porque come menos.

Contagio

Las infecciones que pueden provocar bronquiolitis son contagiosas. Los gérmenes pueden diseminarse en pequeñas gotas de fluido de la nariz y la boca de una persona infectada. Éstas pueden ser trasladadas por el aire cuando la persona estornuda, tose o se ríe, y también pueden quedar sobre los objetos que la persona ha tocado, como pañuelos usados o juguetes.

Los bebés que concurren a guarderías tienen un mayor riesgo de contraer una infección que puede derivar en bronquiolitis, porque están en contacto con muchos otros niños.

Prevención

La mejor manera de evitar la diseminación de los virus que pueden provocar la bronquiolitis es lavarse las manos con frecuencia. También puede ser útil mantener a los bebés alejados de aquellos que están resfriados o tienen tos. Los bebés que están expuestos al humo del cigarrillo tienen más probabilidades de contraer una bronquiolitis más severa, en comparación con los bebés de hogares en los que no se fuma. Por lo tanto, es importante evitar exponer a los niños al humo del cigarrillo.

Si bien aún no se ha desarrollado una vacuna contra la bronquiolitis, existe un medicamento que se puede administrar para reducir la gravedad de la enfermedad. Se trata de anticuerpos contra el VSR que se inyectan todos los meses durante la estación en la que se produce el mayor número de casos de infección con el VSR. El medicamento sólo es recomendado para bebés con un alto riesgo de contraer la enfermedad severa, como es el caso de los muy prematuros o aquellos que padecen una enfermedad pulmonar crónica.

Incubación

El período de incubación (el tiempo que transcurre desde la infección hasta la aparición de los síntomas) comprende entre varios días y una semana, de acuerdo con la infección que lleva a la bronquiolitis.

Duración

Los casos de bronquiolitis suelen durar alrededor de 12 días, pero los niños que presentan casos más graves pueden continuar con tos durante semanas. Por lo general, la enfermedad llega a su punto crítico en el segundo o tercer día después de que el niño comienza a toser y a presentar dificultades para respirar, y después desaparece en forma gradual.

Tratamiento profesional

Por suerte, la mayoría de los casos de bronquiolitis son leves y no requieren tratamiento profesional específico. Los antibióticos no son útiles para tratar la bronquiolitis, porque ésta es causada por una infección viral y los antibióticos sólo son efectivos en las infecciones bacterianas. En algunos casos, se administran medicamentos para ayudar a abrir las vías respiratorias del niño.

Los bebés que tienen problemas para respirar, están deshidratados o parecen fatigados siempre deben ser evaluados por un médico. Los bebés moderada o gravemente enfermos pueden requerir hospitalización para ser controlados de cerca y recibir líquidos y oxígeno húmedo. Rara vez, en los casos muy graves, se coloca a los bebés en respiradores para ayudarlos a respirar hasta que comienzan a mejorar.

Tratamiento en el hogar

El mejor tratamiento para la mayoría de los niños es darles tiempo para recuperarse y muchos líquidos. Sin embargo, quizá resulte complicado asegurarse de que un niño reciba suficiente líquido, porque los bebés con bronquiolitis pueden no tener ganas de beber. Por lo tanto, se deben ofrecer líquidos al niño en pequeñas cantidades con mayor frecuencia que la habitual.

El aire de los interiores, en especial durante el invierno, puede secar las vías respiratorias y hacer que la mucosidad se vuelva más pegajosa. Algunos padres utilizan un humidificador de agua fría en la habitación del niño para ayudar a que la mucosidad de las vías respiratorias se afloje, y aliviar la tos y la congestión. Si utiliza un humidificador de agua fría, límpielo a diario con lejía (blanqueador o cloro de uso hogareño) para evitar la formación de moho. Evite los humidificadores de vapor o agua caliente, que pueden ser peligrosos y provocar escaldaduras.

El uso de una perita y gotas nasales de solución salina pueden ayudar a despejar la congestión nasal. Esto puede ser muy útil antes de alimentarlo y de dormir. En ocasiones, colocar al niño con la espalda apenas levantada del colchón puede ayudar a reducir el esfuerzo por respirar. Dele acetaminofeno a su hijo para bajarle la fiebre y hacer que esté más cómodo.

Cuándo llamar al doctor

Debe llamar al doctor si su hijo presenta los siguientes síntomas:

  • Respira rápido, en especial si esto va acompañado de retracciones o de silbidos
  • Puede estar deshidratado por la falta de apetito o los vómitos
  • Está más soñoliento que lo habitual
  • Tiene mucha fiebre
  • Tiene una tos que empeora
  • Parece fatigado o sin energía

Debe buscar ayuda de inmediato si ve que su hijo tiene dificultad para respirar y la tos, las retracciones o el silbido empeoran, o si sus labios o uñas están azulados.