Por Juan Carlos Stranges*
Hoy, en pleno conflicto con los empresarios del sector agropecuario, se ha hecho un lugar común la referencia a la “gran oportunidad” que tiene nuestro país a partir de una coyuntura internacional favorable. Eso es efectivamente así. Hace falta, sin embargo, agregar que esa oportunidad no vino del cielo, ni se la debemos a la sabiduría de los predicadores del retiro del Estado, la desregulación y la apertura indiscriminada de la economía.
La oportunidad la abrió el rumbo económico y político adoptado por el país en los últimos años, después del derrumbe generalizado que sufrimos por la aplicación de ese recetario neoliberal. Es la oportunidad de un país que negoció con dignidad su deuda pública; la que se consiguió con una nueva mirada respecto del rol del Estado en la economía; la que se logró divorciando nuestra política económica de los dictados de los organismos financieros internacionales.
En el mundo globalizado que vivimos con frecuencia nos alarmamos por la crisis de los alimentos, ésta llegó de la mano de un gran aumento de precios. Echando culpas a grandes sequías en Oceanía, al incremento del consumo de carne en China, la demanda de cereales en la India, la explosión de los agrocombustibles impulsados por la nueva legislación europea, el alto precio del petróleo, los sectores especuladores que escaparon de las hipotecas en caída de EEUU, son algunos aspectos que impulsan los precios de las materias primas en ascenso constante alborotando “el libre mercado”. Los precios de los commodities están reflejando al mundo el alto porcentaje de población que queda sin acceso a los alimentos básicos.
En este nuevo contexto mundial nosotros los argentinos aparecemos con inmejorables posibilidades de dar respuestas a la crisis mundial de alimentos, logrando sostener “ventajas comparativas”, privilegio que muchos quisieran tener, pero nos encontramos en una discusión previa a este momento histórico. Este negocio global de muy alta renta y de permanencia en el tiempo nos atrapa en la disputa por la renta extraordinaria.
La opción del desarrollo económico con base en la producción y sustentado en la inclusión social, la plena recuperación de un Estado. Tenemos la convicción de que estamos ante una gran oportunidad histórica. Y estamos seguros de que el objetivo de una patria justa, moderna, soberana e integrada obliga a deponer sectarismos y mezquindades.
Aprovecharemos a fondo esta oportunidad histórica, en la medida que continuemos y profundicemos un rumbo y no obedezcamos a los que añoran las políticas del ajuste y la profundización de las desigualdades sociales. Lo haremos con una estrategia productiva que privilegie el trabajo, la innovación y la creatividad por sobre la especulación. Con un proyecto de diversificación de nuestra producción y nuestras exportaciones. Con un proyecto que nos inserte más aún en el mundo desde una posición soberana, claramente orientada a la integración regional. Con un proyecto que, además, le otorga un lugar de privilegio a la educación y a la investigación tecnológica
El objetivo principal de nuestro gobierno es el nuevo modelo social, político y económico hacia el desarrollo sostenido y sustentable de nuestro país Argentina. Este modelo debe tener sus anclajes distributivos y políticos que sirven para reducir y con el tiempo erradicar la pobreza de nuestro país. Luchar contra la pobreza y distribuir la riqueza implica afectar a quienes obtienen rentabilidad extraordinaria en favor de los que menos tienen.
Es por todos estos principios de justicia social que apoyamos y seguimos trabajando con la compañera Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner desde el gobierno y el llano.
El Partido Frente Grande Necochea hace explícito su apoyo a la Presidenta de la Nación compartiendo los anuncios realizados en la lucha contra la pobreza, garantizando salud, educación, obras públicas, viviendas y seguridad para todos los argentinos.
*Presidente Partido Frente Grande Necochea en el Frente para la Victoria