Según el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata, los arrendamientos están en un compás de espera, influidos por el conflicto con el Gobierno nacional. Los valores que se manejan.
Las operaciones inmobiliarias que involucran a campos de la zona sudeste de la provincia de Buenos Aires están prácticamente paralizadas.
En el caso de los alquileres, el congelamiento es coyuntural y refleja, principalmente, las consecuencias del conflicto que desde hace varios meses mantiene enfrentado a los productores agropecuarios con el Gobierno nacional.
En el caso de las compra ventas, se trata de un fenómeno de más larga data en el que influyen los altos valores que los propietarios están pidiendo por sus parcelas, que en algunos casos superan los 12.000 dólares la hectárea.
Así lo confirmaron fuentes del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos del distrito, quienes afirmaron que «el mercado está paralizado» y aclararon que «es muy difícil saber cuándo se reactivará».
Eduardo Anchou, prosecretario del Colegio y especialista en operaciones rurales, afirmó que el campo está en un «compás de espera» y consideró que el problema «es que no hay un precio estable: nadie sabe cuánto pedir ni cuánto va a poder pagar».
Los valores que se toman como referencia son los de la última campaña, en la que un campo para hacer trigo y soja -de segunda- cotizó entre 1.050 y 1.200 dólares la hectárea. Pero Anchou recalcó que «no podemos saber si seguirán vigentes: el mercado está totalmente frío».
Algo similar ocurre con las compra-ventas, pero en este caso el frío se convirtió en congelamiento: según Anchou, estas operaciones están paralizadas desde hace más de dos años.
Entre los factores que pueden influir figuran los montos que se están pidiendo por las parcelas, que oscilan entre 10.000 y 12.000 dólares la hectárea. Según el representante del Colegio de Martilleros, estos valores no son excesivos: «Tengamos en cuenta que en localidades como Rojas y Pergamino están pidiendo entre 20.000 y 25.000 dólares la hectárea», afirmó.
Uno de los factores que empujó hacia arriba los valores de los lotes de la zona fue la llegada, hace aproximadamente cinco años, de los pools de siembra. «Eso empujó los precios hacia arriba», reconoció Anchou, quien sin embargo consideró que se trata de un arma de doble filo: «Así como (los pools) llegan se van y a su paso desbarajustan todo el mercado» advirtió.
Asimismo aclaró que las mayores variaciones se registraron en las ventas. «Los alquileres se mantuvieron estables -dijo-. Cuando mucho habrán variado un 5 ó 10 por ciento, pero no más».
Soja, soja y más soja
El escaso interés de los productores por llegar a tiempo a la siembra de trigo no sólo se explicaría en función de la crisis nacional: también tiene su origen en que cada vez son más los que se incluyan por la soja y renuncian a otras actividades clásicas de la zona.
Según Anchou, una prueba de lo anterior es que ya prácticamente no se realiza actividad ganadera. «La mayoría se desprendió de las cabezas que tenía -dijo-. En este momento, no es un negocio rentable».
Todo lo contrario a la soja, que según Anchou «se adaptó muy bien» a la zona. «La soja es uno de los cultivos más baratos de sembrar y su rentabilidad es muy alta», destacó.
Sin embargo, advirtió que no se está cumpliendo con los ciclos recomendados para la preservación del suelo. Ni siquiera los propietarios. «Creo que el Gobierno nacional debería regular el sistema de siembra en todo el país, por ejemplo a través de un organismo confiable, como el INTA». (LA CAPITAL)