sábado, diciembre 28, 2024

Opinión

OPINIÓN: De heladas, inundaciones, malos funcionarios y analistas apocalípticos.

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Por Horacio Castelli

Una peligrosa mezcla de actitudes y hechos pueden llevar a una sociedad a bajar los brazos. La naturaleza no se puede manejar, pero las consecuencias de su accionar si. Solo hay que trabajar, trabajar y trabajar.  Y los analistas no mentir.

Las fuertes heladas de Noviembre asestaron un duro golpe a la actividad agropecuaria con el fuerte descenso de las hectáreas sembradas de trigo y la desaparición del alimento para el ganado. La naturaleza no se puede manejar.

Luego de más de un siglo de actividad agrícola-ganadera se sabe que el clima puede cambiar y de hecho lo ha hecho en los últimos 25 años. Las leyes de emergencia agropecuaria, las líneas crediticias, no. Los funcionarios no trabajaron.

Las fuertes lluvias ocurridas en la primera semana de marzo pone en peligro la cosecha gruesa y dificulta la salida de la producción por las malas condiciones de los caminos vecinales y porque no se pavimentó la Ruta 80, por ejemplo. La naturaleza no se puede manejar.

Los caminos vecinales siguen más vecinales que nunca, no existe un proyecto serio de trabajo de mantenimiento a pesar de que la tasa a la hectárea es la de mayor recaudación; no se termina de dirimir las discusiones entre distritos para el mejor escurrimiento de las aguas río arriba y no se inspecciona como es debido el zanjeo ilegal de muchos arroyos. Los funcionarios no trabajaron.

Cuando todas estas circunstancias se encuentran en un mismo especio de tiempo, la situación se complica y aparecen los analistas apocalípticos que marcan el triste derrotero que nos depara el destino y esbozan alguna especie de culpa hacia actores que simplemente informan lo que está sucediendo y lo que vendrá en base a datos verídicos, verificables y ciertos.

Algunos analistas pierden el tren de la información. Los destinatarios de sus comentarios comienzan a percatarse que la tan mentada profesionalidad está manchada de susceptibilidades e intereses oscuros y comienzan a perder credibilidad.

Algunos funcionarios que ostentan cargos de relevancia para la economía regional, cuando les llega el momento de su relevo intentan cambiar las reglas de juego y desesperadamente buscan refugio en cuanto estamento o entidad pueden.

Fue triste escuchar días pasados al Presidente de la Sociedad Rural de Necochea, Francisco Isla Casares expresar su apoyo al Presidente del Consorcio de Gestión del Puerto de Quequén, en lugar de analizar los pasos a seguir para mitigar las dificultades que los socios de la entidad que preside tendrán en el futuro.

El Ingeniero Mario Goicoechea se dedicó en las últimas semanas a buscar apoyos en lugares que antes ignoraba en lugar de trabajar para buscar contratos y contactos con puertos que ayudaran a una más rápida salida de la producción por Quequén.

Tampoco le interesó desde su asunción el diálogo con las autoridades y productores del hinterland de Puerto Quequén para buscar acuerdos que posibilitaran el arribo de la producción agropecuaria a nuestra estación marítima.

La producción que arriba a nuestra estación marítima no ha aumentado en la triste gestión actual del Ingeniero Goicoechea, todo lo contrario. Del puesto dos que ostentaba entre los puertos argentinos hace una década cayó al sexto.

Pero, algunos analistas esto no lo comentan  -salvo honrosas excepciones-, porque mientras analizan las dificultades económicas futuras para el distrito apoyan licitaciones que embargan el futuro de entidades como el Consorcio de Puerto Quequén.

La naturaleza no se puede manejar. Pero el accionar de algunas personas ahonda las consecuencias que esta produce. Salvo honrosas excepciones.