jueves, abril 18, 2024

Ecología, Internacionales

Descubren que los niños son más vulnerables a los efectos del cambio climático

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Los expertos de la escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia y del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia han realizado una investigación donde se apunta que los niños son más vulnerables a los efectos del cambio climático.

«Debido a sus diferencias anatómicas, cognitivas, inmunológicas y psicológicas, los niños y adolescentes son más vulnerables a eventos relacionados con el cambio climático como inundaciones, sequías y olas de calor que los adultos», ha declarado Madeleine Thomson, investigadora del Departamento de Ciencias Medioambientales y miembro de la facultad del instituto de la tierra.

Debido a su pequeña estatura, los bebés y los niños son particularmente vulnerables a la deshidratación y al estrés por calor. Durante las olas de calor, es más probable que los niños se vean afectados por enfermedades respiratorias, enfermedades renales, desequilibrio electrolítico y fiebre.

También se ha demostrado que las olas de calor agravan los alérgenos y la contaminación del aire que afectan a los niños de una forma más estricta que a los adultos, debido a su sistema respiratorio e inmune subdesarrollado y porque respiran a un ritmo más rápido que los adultos.

Asimismo, los autores han descrito que las temperaturas más altas también pueden expandir la gama de enfermedades transmitidas por vectores, incluido el virus Zika que, tras la epidemia de 2015, ha afectado profundamente las vidas de los niños y sus familias en América Latina y el Caribe. Incluso los niños que eran asintomáticos al nacer pueden desarrollar problemas más adelante en la vida.

«Debido a sus diferencias anatómicas, cognitivas, inmunológicas y psicológicas, los niños y adolescentes son más vulnerables a eventos relacionados con el cambio climático como inundaciones, sequías y olas de calor que los adultos».

Huracán ‘maría’ y ‘harvey’ como ejemplos

Después de que el huracán ‘María’ llegó en Puerto Rico en septiembre de 2017, los médicos que atendieron a los pacientes encontraron un aumento en algunas patologías como la gastroenteritis, las exacerbaciones del asma y las infecciones de la piel.

De esta forma, los niños también tenían un mayor riesgo de contraer enfermedades transmitidas por mosquitos como Chikungunya y Dengue, así como de leptospirosis a través del consumo de agua contaminada. La mayoría de las emisiones tóxicas relacionadas con el huracán ‘Harvey’ nunca hicieron públicas y se desconocen las implicaciones a largo plazo para la salud de los niños.

Por ello, los estudios sugieren que el cambio climático está aumentando la intensidad de los huracanes del Atlántico Norte y la probabilidad de que las consecuencias graves para la salud de los niños crezcan.

En los hogares rurales, las sequías pueden tener un impacto significativo en el desarrollo infantil a través del aumento de la inseguridad alimentaria y los cambios en la dieta. Al igual que también contribuir a los conflictos y la migración forzada en entornos de escasos recursos, lo que aumenta la vulnerabilidad de los niños a una amplia gama de problemas de salud.

3 propuestas para hacer frente al problema

Para comenzar a abordar las necesidades específicas de los niños que enfrentan desastres relacionados con el cambio climático, Thomson y sus compañeros proponen lo siguiente:

  1. Establecer un consorcio internacional de expertos para desarrollar protocolos de conducta y médicos adoptables y para establecer agendas de investigación para abordar las necesidades específicas no satisfechas de los niños que surgen de los desastres naturales relacionados con el clima.
  2. Desarrollar guías de mejores prácticas para la planificación de eventos relacionados con el cambio climático que incorpore estrategias para abordar las necesidades de los niños relacionadas con la salud.
  3. Los mecanismos del fondo diseñados para ayudar a las naciones más vulnerables a prepararse y responder a los desastres relacionados con el clima deben considerar la posibilidad de financiar el desarrollo de respuestas que aborden específicamente las necesidades insatisfechas de la salud de los niños.