jueves, abril 25, 2024

Internacionales

LITERATURA: El poder y la música

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En su última novela, Julian Barnes se vale del compositor ruso Dmitri Shostakóvich para entonar una reflexión sobre el arte y el poder, un personaje y un terreno muy resbaladizos.

A los lectores fieles de Julian Barnes difícilmente les habrá sorprendido que el protagonista de su nueva novela sea un compositor, ya que dos de los relatos contenidos en La mesa limón (2004) dejaban bien claras las querencias musicales del escritor británico: en ‘Vigilancia’, el protagonista asiste, asediado por las toses vecinas, a un concierto en el Royal Festival Hall en el que se interpreta la Cuarta sinfonía de Shostakóvich, mientras que en ‘El silencio’, que cierra el volumen, nos habla un anciano e innominado Jean Sibelius.

Tampoco se habrán extrañado sus admiradores de más largo recorrido de que sea precisamente Dmitri Shostakóvich el protagonista de esta nueva entrega novelística de Barnes, ya que en El puerco­espín (1992) había urdido una trama en torno a un personaje inspirado inequívocamente en Todor Zhivkov, el incombustible líder comunista de Bulgaria. Poder, comunismo, opresión y totalitarismo son el territorio común de ambas novelas, aunque la primera estaba construida como un debate dialéctico entre el dictador y el fiscal que lo incrimina tras su caída en desgracia y, casi a modo de antinomia del gran silencio final del compositor finlandés, El ruido del tiempo nos ofrece un largo monólogo interior —aunque escrito en tercera persona— del más genial, esquivo y contradictorio de los compositores soviéticos.

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