Por Luciano Lescano
En la villa, en el barrio y en el piquete nuestras mujeres trabajadoras sostuvieron las ollas populares con entereza, solidaridad y conciencia. Soportando sobre sus espaldas las crisis económicas de nuestro país, sobreviviendo al embate de las políticas de hambre impuestas por el neoliberalismo.
Fueron nuestras “gordas”, como amorosamente las llamamos en el Movimiento Evita, la base fundamental de nuestra organización territorial en los cortes de ruta del 2001.
Aquellas mujeres que cuando el hombre bajaba los brazos vencido y humillado por no encontrar trabajo para traer el sustento al hogar, salían a la calle junto a otras y como podían cocinaban el alimento de cada día, siempre echando más agua para que rindiera más.
Por eso en este día de la mujer trabajadora vaya nuestro homenaje a las compañeras de las ollas populares. Aquellas que junto al fuego cocinaron, cocinan y cocinaran nuestros sueños. Aquellas cuyo corazón no cabe dentro de una olla.
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