jueves, marzo 28, 2024

Locales, Opinión

OPINIÓN: Acostumbrados a la ausencia

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Por Juan Alberto Poteca

Creo que tenemos que aceptar nuestro acostumbramiento, a perder terreno en las más diversas expresiones del quehacer necochense.

Este fin de semana comienza la más pobre de las competencias de fútbol del interior, el denominado Federal C. No es otra cosa que la tercera en el orden de importancia para todo el territorio nacional. Equivale a decir, que es » el último melón del carro».

No hablemos el Federal A, antesala del Nacional B, y el Federal B, obviamente, el paso previo al que lo precede. Una vez más el fútbol local estará ausente, ya en una triste costumbre de dos años seguidos de pegar el » faltazo».

Si miramos esta posición, adoptada en estos dos años por la dirigencia del fútbol local, apreciamos que de alguna manera, está relacionada con la postración que en varios segmentos, muestra nuestra comunidad.

Tiempo atrás, recordábamos a la Necochea «Capital del fútbol del verano» y trazamos su relación con las brillantes temporadas teatrales, recitales y otras alternativas, que brindada la rutilante Necochea de los años 70, 80 y hasta casi mediados de los 90.

No podemos dejar de mencionar, las pruebas nocturnas de automovilismo zonal en el » Zugazua». Existe una resignación, al menos a simple vista, que nos muestra carentes de aspiraciones de crecimiento.

Cuando nos iniciábamos en este trabajo, año 70, al siguiente, comenzaban para la provincia de Buenos Aires los Torneos Regionales.

Aquel logro de ese notable dirigente, el tandilense «Lucho» Mestelan, hizo que por eliminación directa, en partidos de ida y vuelta, los equipos de nuestra zona comenzaran a competir entre si. Por apenas un par de partidos, la movida de pases y contrataciones era espectacular.

El entusiasmo de los aficionados se manifestaba en el lleno de las canchas y la cobertura de los medios existentes en ese momento, era notable.

En el caso de este cronista, ya cubriendo para mí Necochea adoptiva, hice el Regional, donde Huracán de nuestro medio quedó en el camino, eliminado por el » globito» tresarroyense, 0-5 en la ida y 1-1 en el desquite.

Al año siguiente, 1980, se inició el más atractivo sistema de disputa, fue por zonas. Rivadavia, integró el grupo con Estudiantes de Olavarria, Azul Athletic de Azul y Kimberley de Mar del Plata.

«El Decano» inauguró tribunas de cemento y cabinas, que al año siguiente fueron ampliadas. Todo un suceso popular y de progreso.

Lo que vendría después, fue toda una historia fantastica y conmovedora. Resultados deportivos y movimiento de gente, hicieron de nuestra plaza la más importante en promedio de venta de entradas.

Mérito compartido por Rivadavia, Estación, Villa del Parque, Newbery de Loberia, Defensores de Fernández y el ciclo final con Mataderos.

Hasta tuvimos la primera participación en una boleta del PRODE con Villa del Parque y ni hablar del Nacional B con el «verdiblanco» de Quequén.

¿ Qué nos pasó?. Vale la pregunta. Se agotaron los dirigentes. Les ganó el cansancio. El declive económico del interior. Falta de interés en sectores de concentración de recursos y poder. Ausencia de políticas de estado en apoyo de las entidades.

Todo esto y mucho más, sin dudas, forman para nuestra ciudad, el coktel danino que la deja postrada en este tipo de manifestaciones populares, pero también de fuerte contenido social y económico.

A Necochea, le llovieron promesas de todas las direcciones de deportes de los gobiernos elegidos el 83 hasta acá, de una pista de atletismo y de polideportivos.

Nada se concretó, pero sí la pequeña y pujante La Dulce tiene ambos escenarios. Ni hablar de ciudades vecinas, con instalaciones modernas a disposición de los ciudadanos y de los clubes. Nosotros nos conformamos con llamar polideportivo a un galpón, que no deja de ser eso, un galpón.

No olvidamos la intención del gremio de UATRE, de hacer su polideportivo, pero las diferencias con la administración radical, todo de tono político, la hizo fracasar.

Sin dudas estamos acostumbrados a la ausencia y lamentablemente se ha hecho una costumbre. Que lástima, por aquellos años, veíamos un futuro venturoso.

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