jueves, abril 25, 2024

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MASACRE DE TRELEW: Después de 38 años, dieron luz verde al juicio oral

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A prisión. Marandino, uno de los detenidos, dio un testimonio clave en la causa.

La Cámara de Casación confirmó que las ejecuciones fueron delitos de lesa humanidad y por lo tanto imprescriptibles. Las audiencias comenzarían apenas termine la feria judicial. Hay cinco detenidos y un prófugo.

La Cámara de Casación confirmó el carácter de delito de lesa humanidad de los sucesos conocidos como la Masacre de Trelew. Se espera que, terminada la feria judicial, el Tribunal Oral Federal de Rawson convoque a la audiencia-debate en que serán juzgados los marinos que participaron del fusilamiento de 19 detenidos en la Base Aeronaval Almirante Zar.

“El juez federal Hugo Sastre y el fiscal Fernando Gelves encararon la difícil tarea de reconstruir y probar lo que todos sabían: que en la madrugada del 22 de agosto de 1972 la marina había aplicado la “ley de fugas” en una escala inédita hasta ese momento en la historia argentina.

La casación denegó los recursos presentados por los abogados defensores de Emilio Jorge del Real, Rubén Norberto Paccagnini, Luis Emilio Sosa y Horacio Mayorga, quienes basaron su estrategia en la supuesta prescripción de los hechos.

Los tres primeros, junto al cabo Carlos Amadeo Marandino, se encuentran procesados y con prisión preventiva, como autores materiales de los delitos de privación ilegítima de la libertad en 19 casos y homicidio agravado en 16 casos. Horacio Alberto Mayorga, el oficial de mayor edad y graduación, tiene la calificación de cómplice necesario de la matanza.

Las víctimas eran guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros. Dieciséis de ellos murieron y tres sobrevivieron a gravísimas heridas. ERP y FAR habían dirigido la operación; de Montoneros sólo participaron sus militantes presos.

El 15 de agosto de 1972, los camiones que debían transportar a los cien hombres y mujeres incluidos en la fuga no llegaron a destino. Sólo una pequeña vanguardia compuesta por los dirigentes de cada grupo pudo alcanzar el vuelo que debía depositarlos al otro lado de la cordillera.

Los 19 que lograron salir del penal pero no pudieron abordar el vuelo fueron cercados en el aeropuerto de Trelew, donde pactaron las condiciones de la rendición. Exigían, por sobre todas las cosas, ser devueltos al penal. Querían evitar lo que fatalmente sobrevino.

Cuando se puso en marcha el ómnibus que los trasladaba, el capitán de navío Sosa comunicó que, para preservar su integridad, los recapturados serían conducidos a la Base Almirante Zar. Al cabo de una semana, en la madrugada del 22, entre las 2.30 y las 3.30, dos oficiales ingresaron a la zona de calabozos, despertaron a los prisioneros y los hicieron salir al pasillo. Allí los ametrallaron.

Paccagnini era el responsable de la base; Sosa, Del Real y el teniente Roberto Bravo –todavía prófugo en Estados Unidos, donde reside desde entonces– ejecutaron la sentencia no escrita.

El cabo Marandino dice haber escuchado los tiros y los gritos desde una habitación contigua. Mayorga, responsable de los emplazamientos del sur, fue el transmisor de la orden –adjudicada a Lanusse– de llevar los presos a la base.

Según relataron los hombres de la funeraria, los cadáveres tenían gran cantidad de impactos y un tiro de gracia. Ana María Villarreal de Santucho, embarazada, fue baleada en el vientre. Los sucesos fueron narrados, a tumba abierta, por dos grandes periodistas: Tomas Eloy Martínez lo hizo en La pasión según Trelew; Francisco Urondo, en La patria fusilada; los autores del múltiple asesinato están viejos y, en su mayoría, enfermos; uno de los escenarios de la tragedia, el viejo aeropuerto, es hoy un museo de la memoria instalado en medio de la nada.

Los habitantes de Trelew nunca olvidaron lo ocurrido.” (CRITICA)