jueves, abril 25, 2024

Opinión

No es lipotimia, es miedo escénico

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Por Miguel Abálsamo

El nuevo intendente Mario Diez ya esta en funciones. Es el gran protagonista de los últimos días. Concede entrevistas, contesta por su cuenta, monitorea las cuentas, arremete contra la provincia y nación. El poder votado  es Molina, el verdadero detrás del sillón, Mario Diez. Lo del alcalde no es lipotimia, es miedo escénico.

Lo de nuestro alcalde no es lipotimia pero es miedo escénico. Aquel concepto que instaló Jorge Valdano, ex campeón mundial  de fútbol con Argentina 86, actualmente trabajando en el Real Madrid de España, cuando le preguntaron sobre algunos jugadores que muchas veces en instancias complicadas fracasaban,  Valdano con  esa mezcla de filosofía «futbolera»  venida de los potreros de rosario a la gran ciudad argumentó …» algunos jugadores sufren de miedo escénico». Quiso decir que ante escenarios intrincados muchos que parecían de primera terminaban asustados y fracasando. Ese miedo escénico podríamos adjudicárselo al alcalde Daniel Molina  en los últimos tiempos.

Miedo escénico a  escenarios pocos gratos. Sabe que donde va encuentra un justo reclamo, y que el estado del distrito es lamentable, sobran palabras, solamente basta recorrer sus calles.

Sin embargo, aunque con  escasa  consideración popular, pero mucha voluntad política no exenta de audacia, parece haber asumido definitivamente la intendencia de la ciudad de Necochea, el dirigente Mario Diez.

Ya venia  demostrando hace tiempo  que era el intendente detrás del sillón de «Murga». Una especie de Néstor para Cristina, se asemeja don Mario para don Daniel. Ahora dejó la parte de atrás del sillón y se sentó a gobernar en primera fila.

La lectura no es que Mario Diez este golpeando las puertas del palacio en una actitud conspirativa o «golpista»,  pasa que Molina esta perdido en el espacio municipal, sin reacción, y el secretario de gobierno ha tenido que salir a copar la parada como se dice en el barrio, al menos para demostrar que existe un poder constituido.

Es cierto aquello de que sólo es digno del poder quien lo puede justificar día a día. Más bien nuestro alcalde  ausente ha dejado de justificar día  a día  ese poder, y virtualmente acaba de asumir la intendencia  su secretario de gobierno.

Diez fue quien contestó a los «privilegiados» empleados municipales, que no tienen derecho a protestar por sus  excelentes salarios. Y los anatemizó  como » violentos…» al mejor estilo Proceso Militar. Mientras no había dinero para pagar sueldos de trabajadores municipales seguí a ingresando personal al estado. Mientras el dinero no alcanza el sueldo de los funcionarios se aumentó un cien por ciento en pocos meses.

Creo que no es peligroso que Diez asuma esta responsabilidad que va dejando de ejercer Molina, me parece más riesgoso el hombre que siente miedo que quien se siente potente para enfrentar dificultades.

Comete sin embargo errores infantiles. Pretender endilgar al gobierno provincial de Daniel Scioli la crisis quasi terminal de nuestro desgobierno municipal, sólo puede ser aceptado por aquellos que no saben que el año anterior la coparticipación de la provincia de Buenos Aires para nuestro municipio fue de 47 millones de pesos, que este período 2009 aportará 57 millones de pesos, representando el trescientos por ciento más que en el año 2003 cuando asumió Molina.

Que fue esta administración la que no hizo crecer los peces y los panes, pero si el déficit, pasando de menos de diez millones cuando asumió en el 2003 a diez millones de dólares al presente, con deudas como un millón quinientos mil pesos a nuestra Universidad de Quequén, un millón de dólares a nuestra Usina Popular Cooperativa, no queriendo ingresar en detalles cansadores que la sociedad ya conoce.

Mario Diez ha asumido una gran responsabilidad, ponerse la Municipalidad en sus espaldas. Es un gesto valioso de un dirigente que tiene años en esto y olfatea el final. Podrán catalogarlo de muchas cosas, no de falta de valentía, a esta altura en el análisis político podríamos decir, casi una aventura cercana al suicidio político.

La crisis interna que vive el «molinismo» sale a la luz diariamente.

El «requerido» Horacio Tellechea tratando de estar más lejos que nunca de un radicalismo interpretado por Molina, ofrecimientos realizados en Juan N. Fernández y evitados por varios correligionarios que no querían hacerse cargo de una brasa que quema, delegaciones en estado de «default», con algunos delegados caso Arrizubieta en Claraz o el doctor Amilcar en Quequén, con más ansías de hacer las valijas que seguir participando. Con el concejal Sebastián Ebi a quien le quieren tender una trampa de seducirlo con un puesto de cultura en el Ejecutivo, para sacarlo fuera de la escena en la próxima renovación de concejales, y algunos funcionarios caso Ricardo Jurado, o Carola Bertoldi, temerosos  de  futuras resoluciones judiciales en el caso del «campingate», que más temprano que tarde saldrá a la luz.

«Queres conocer a un hombre, dale poder…»

Nunca tan bueno el concepto para el momento actual. El  nuevo intendente Mario Diez tiene poder y lo ejerce, en poco tiempo lo iremos conociendo en el manejo de ese poder.

Mientras tanto el distrito sigue su curso. Los sectores reclamando abundan, y han comenzado las voces individuales sin temores a expresar sus críticas. Todos los caminos de responsabilidad por el desmanejo conducen a Molina, que parece un comentarista de la realidad, parecido a aquel pianista que seguía tocando mientras el Titanic  se hundía.

Al menos la asunción de Mario Diez como intendente le ha dado una presencia y una personalidad, es como que existe algo en el primer piso de la Municipalidad. Se ha llenado un vacío.

Lo que ha quedado demostrado que ejercer el poder no es fácil. La presidenta Cristina con lipotimia y el alcalde  Molina con miedo escénico.

La duda que tengo es saber si Mario Diez será el último en apagar la luz, esperará para entregar la llave en mano a sus nuevos propietarios, o podrá sobrellevar la tormenta que se cierne sobre ese edificio frente a la plaza principal.