jueves, marzo 28, 2024

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EL MUNDO: Nuevo escenario mundial

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Trump e Kima. ANSA/KEVIN LIM / THE STRAITS TIMES / EDITORIAL USE ONLY

Dos días fueron suficientes para que Donald Trump conmocionara el panorama internacional, pues pasó de retirar el apoyo de su país a la declaración del G-7 -y de tildar de «deshonesto» al primer ministro canadiense Justin Trudeau-, a estar de maravillas con el líder norcoreano Kim Jong-un en la reunión en Singapur, tras décadas de tensiones que se habían agravado en los últimos tiempos.

En apenas 48 horas, y tras la foto entre Trump y Kim estrechándose la mano que recorrió el mundo, las acciones del presidente estadounidense impactan por su disputa con antiguos aliados de Estados Unidos, a quienes ha descolocado desde el inicio de su mandato, y, al mismo tiempo, por protagonizar un momento histórico para su país y para el mundo al encontrarse con el líder norcoreano.

Desde hace tiempo el magnate declaró una «guerra» comercial a Europa y a otros socios en nombre de un intercambio más equitativo.

Pero el desgarro que quedó sellado el fin de semana con el retiro de la firma al comunicado final del G-7 se exaltó con el aparente éxito de la cumbre con Kim, lo que abre un nuevo escenario hacia Asia.

Analistas estadounidenses, y otros expertos, coinciden en un fuerte escepticismo sobre el documento firmado en la cumbre de Singapur, no obstante, el optimismo triunfante del magnate.

En sustancia, consideran que Trump concedió más de lo que recibió, en particular, al tratar de igual a igual a Kim, al brindarle garantías de seguridad y, sobre todo, al suspender ejercicios comunes con Seúl, reconociendo que son «provocativos».

Dichas concesiones preocupan a aliados como Japón, mientras China, y también Rusia, se regodean.

El líder norcoreano, por otro lado, se limitó a reiterar los compromisos que Pyongyang repite desde 1992, sin respetarlos. Pero en el comunicado no hay nada concreto sobre la desnuclearización, ni tampoco hace referencia al programa de misiles, ni al arsenal biológico.

Para Trump fue un gran éxito histórico y mediático que tuvo el mérito de haber impulsado una etapa de deshielo con un viejo enemigo.

El presidente también negó el argumento de sus detractores de que la salida del acuerdo nuclear iraní y la confrontación con los líderes de la cumbre del G-7 lo habrían debilitado en las negociaciones con Pyongyang.

Pero Trump, indiferente a las críticas, no se privó de elogiar al dirigente norcoreano, a quien definió como un «hombre lleno de talento que ama a su pueblo y a su país».

Quedó claro que el G-7 no fue sólo un fracaso para el comercio, sino un intento de imponer un nuevo orden mundial, donde los intereses cuentan más que valores compartidos, la sospecha más que confianza, y los acuerdos más de los derechos humanos.

También se impuso como evidente que organismos como la OTAN, la ONU y la OMC carecen de fuerza ante un Trump que se niega a jugar con las reglas de la comunidad internacional e impone su modalidad cambiante.

Por eso parece estar más cómodo con líderes como Kim, Vladimir Putin y Xi Jinping, que juegan el mismo juego.

Efectivamente, con Xi ya estableció un informe sólido, aunque conflictivo en el plano comercial, mientras con Putin queda pendiente una cumbre bilateral en la cual se está trabajando, después de pedir la reincorporación de Rusia al G-7.

En la conferencia de prensa que dio tras la cumbre en Singapur un periodista estadounidense le preguntó a Trump que les diría a los aliados de Estados Unidos temerosos de que él esté arriesgando viejas alianzas y «tratando a amigos históricos como enemigos y enemigos históricos como amigos».

«Esa es una buena pregunta», respondió, misterioso, Trump. (ANSA).